Prof. D. Mohammed Bedjaoui
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Discurso de investidura como Doctor Honoris Causa del Prof. D. Mohammed Bedjaoui
Nombrado Doctor Honoris Causa el día 27 de enero de 2000
"MI LECTURA DE ANTIGUO COLONIZADO DE LA OBRA FRANCISCO DE VITORIA"
Por Mohammed Bedjaoui
Señor Rector de la Universidad
Señoras y Señores
Miembros del cuerpo de enseñanza de la Universidad
Representantes del Cuerpo diplomático
Mis Queridos Amigos,
1. Con este Doctorado Honoris Causa que me ha sido conferido en este buen día de fiesta de estudiante de celebración del espíritu, me siento, una vez mas, honrado por el mundo universitario de España con el cual me vincula una antigua y afectuosa complicidad intelectual. Siento toda la felicidad de esta atmósfera festiva y busco situarme a la altura de este evento tan gratificante, buscando las palabras adecuadas para expresar mi reconocimiento a esta bella universidad y mis agradecimientos a este maravilloso país. En verdad mi dificultad para compartir mi agrado con vosotros es directamente proporcional a la altura de la distinción de la cual soy objeto tan privilegiado en este día de gracia. No tengo otro recurso que el de dirigir a ustedes un perdón humilde y conmovido por mi enfermedad al traducir fielmente mi gratitud.
2. Vuestra bella Universidad tiene dos nombres ilustres, el de Carlos III y para el Instituto Francisco de Vitoria que alberga. Este doble y alto apadrinamiento que contiene en vuestra Institución Profesores, estudiantes y funcionarios un deber de memoria y de fidelidad hacia el legado que han dejado estos dos hombres, grandes cada uno en su papel histórico.
3. De Carlos III coronado tres veces, por España por Parma y por Nápoles Sicilia, no diré nada aquí que ustedes no sepan mejor que yo mismo. Vuestra universidad teniendo un nombre tan prestigioso, ha contratado una especie de "pacto de familia"con este "padre de la patria y protector de las ciencias" como ha sido llamado. Tal pacto les hace cargo de un deber supremo, el de buscar la grandeza no en la gloria temporal de las armas o de la política, sino en el brillo más duradero del conocimiento y del deber de servir al bienestar del hombre. Es a este espíritu de libre investigación y de servicio a los pueblos que tengo el placer de dar hoy un homenaje, en esta ceremonia solemne de esta universidad que tiene el nombre de uno de los primeros soberanos entre los que han sido llamados "déspotas ilustrados", ilustrados por el profundo deseo de asegurar el progreso y el bienestar de su país mediante reformas audaces y mediante la preocupación de tener una conciencia que se adelantaba a su propio tiempo. La historia juzgó mal a este hombre ilustrado apasionado por la igualdad y luchador en contra de los privilegios; ha sido particularmente ingrata hacia él, exilándolo en Aranjuez. Sin embrago, fue un gran Rey moderno que no merecía en ningún caso el juicio negativo que han dado a su reino hombres como Marcelino Menéndez Pelayo, mientras preparaba, anticipándose a su tiempo el nacimiento de la España de hoy.
4. Portando su nombre vuestra Universidad, hace vivir otra vez su memoria, rehabilita su obra y esposa orgullosamente el lema que ha inspirado su acción renovadora, el de la visión prospectiva. Es en sí mismo, para vuestra universidad un símbolo y una referencia, un compromiso y un programa.
5. En cuanto al mensaje de Francisco de Vitoria, este gran teólogo ante el poder político y ante el dinero y cuyo nombre sirve también de bandera orgullosa a vuestra universidad me parece de una actualidad sorprendente. No me comprometeré en todas las fases de su pensamiento que ha expuesto en sus lecciones piadosamente recogidas y publicadas por sus discípulos y alumnos presentadas a la posteridad como las del reverendo Padre, Hermano Francisco de Vitoria, maestro en teología sagrada, profesor muy ilustrado de Salamanca, titular de la cátedra "prima", hechas en la misma universidad en los años 1530 de la natividad.
6. Quería solamente hacer de una obra tan rica una lectura personal y decir a vosotros con cuanto respeto y cuanta admiración como antiguo colonizado que soy, el indio que quiero ser leyéndolo acerca del poderoso mensaje que ha sido capaz de dejar gracias a su coraje ejemplar e increíble en el siglo en que vivió. En mi condición de antiguo colonizado me pregunto que hombre ha sido el más grande cuando "el crepúsculo de sus días haya sido llevado a cátedra para que lleve su palabra magistral"1 y cuando haga comparecer su patria ante el tribunal de su conciencia, la suya y la de su pueblo. Antonio Truyol Serra ha descrito cabalmente a este maestro excepcional como el "Sócrates español"2, a la vez profundo hacia el vertigo, rápido como el trueno y amargo como los que tienen el privilegio de conocer la verdad sobre la debilidad humana. !!!Qué coraje, qué implacable lucidez y qué grandeza, al fin de cuentas necesitaba, en este siglo XVII de las conquistas fervientes y desenfrenadas para rehabilitar a estos colonizados, estos indios cuya pertenencia a la especie humana había sido prescindida y cuestionada antes de él!
7. Esta es mi tan compleja visión personal de este hombre que quisiera enseñar a ustedes. Cada generación puede tener su propia lectura de una obra histórica. Es a la vez inevitable y legítima. Sin embargo, con la condición de no caer en este doble riesgo, por un lado reducir una doctrina a la expresión temporal de un tiempo para siempre ya pasado sin observar ninguna similitud con la actualidad, y por el otro, buscar en la obra forzando los rasgos de ideas contemporáneas que no le deben nada a la misma. Trataré por eso de quedarme entre estos dos escollos.
8. Pero antes, en medio del indispensable esclarecimiento, quisiera reconstituir el entorno espacio temporal de esta obra para "situarla" mejor en su época y contexto, y hacer aparecer así también su novedad y su actualidad como sus límites. En resumen, para apreciar toda la resonancia sorprendente del pensamiento de Vitoria y comprender el valor actual de su mensaje, hay que por un lado, situarla en su contexto y por otro, quitarle su expresión arcaica.
9. Fue contemporáneo de Carlos V. Vivió el apogeo brillante de España. Reinaba Carlos V no solamente sobre un inmenso imperio europeo sino por los territorios de muchos otros continentes, las Filipinas y las Molucas en Asia, Ceuta y Oran en África del norte y sobretodo El Nuevo Mundo de las Américas. Vuelta el antecesor de una Europa orientada hacia el descubrimiento y la conquista del nuevo Mundo y de Terrae Incognitae, como primera potencia política y militar del continente y manteniendo grandes ejércitos y haciendo la guerra y la paz sobre el planeta, España fue naturalmente llevada a desarrollar la parte del Derecho Internacional relativa a la colonización y a la guerra. Pero si España fue la primera potencia política de Europa, el apogeo de su grandeza se acompañó de un admirable desarrollo intelectual: sus universidades, y en particular las dos más ilustres, las de Córdoba y de Salamanca eran, como lo describía José Bartolomé "hogares de luz donde las preguntas más graves eran discutidas con entera independencia de espíritu y una tolerancia toda moderna"3.
10. "Es muy notable que en este imperio para entonces triunfante que buscaba extender su poder hacia los confines del nacimiento y de la puesta, voces pudieron libremente elevarse para estigmatizar ciertas practicas que a menudo fueron de gran barbarie y para hacer reconocer a los indios a quienes no se sabía con certeza que formaban parte del género humano unos derechos básicos. Hay pocos estados modernos los que han dejado expresar en términos implacables su doctrina, la cual y ha sido también la de Bartolomé de las Casas. Hay otros menos como Carlos V, quienes tenían la preocupación de consultar a los "sabios", de los que el primer rango ocupaba de Vitoria ilustrándolos acerca de sus derechos"4.
11. Aquí esta el hombre y su época. El hombre gozaba de una inmensa consideración, estaba contemplado por los de su tiempo como otro Pitágoras. Los reyes le consultaban sobre los casos interesantes y relativos a su conciencia; los reyes de España sobre sus conquistas en el nuevo mundo; el Rey de Inglaterra sobre sus divorcios; el Papa le remitía los casos más difíciles del juicio de casos relativos a la conciencia. Los tiempos eran prósperos para España, tanto más tolerante que poderosa. Pero no se puede hoy tener en cuenta con todas las mentalidades de la época que un movimiento en defensa de los indios en América pudiera extenderse hasta el punto de constituir una fuerza moral importante. He aquí un acontecimiento sorprendente y lleno de enseñanzas donde esta fuerza puramente moral pudo contener y disciplinar el increíble poder del dinero. Porque los duros tiempos en que de Vitoria vivió eran los del uso de la fuerza en las relaciones internacionales, de la intervención, de la ocupación, de la conquista, de la esclavitud, de la colonización, de la terra nullius, de guerras y de genocidios. Ello sólo puede acrecentar el mensaje humanista de Vitoria. Los muros, las bóvedas y las piedras de antiguas y prestigiosas universidades como Salamanca y Valladolid saben todavía hoy como el instituto de Vitoria donde estamos reunidos hoy, hablarnos de más eminente de los maestros de la escuela española, considerado justamente como el fundador o "la matriz" del derecho internacional moderno.
12. Es con un penacho y con un sentido poco común de lo humano que Vitoria participa en la gigantesca controversia, cuyos siglos han guardado el eco poderoso sobre la naturaleza perfectamente "humana" de los indígenas del nuevo mundo, que merecían sostenía, un trato mas digno de su condición humana.
13. La enseñanza de Vitoria fue tanto más fascinante teniendo en cuenta que el maestro de Salamanca pronunció sus lecciones sobre la colonización de los indios unos cuarenta años después del descubrimiento del nuevo mundo, lección que algunos consideraban inútil, ociosa" toda discusión sobre la legitimidad de los derechos del emperador. Sin embargo de Vitoria prescindió de este argumento y despertó las conciencias dormidas. Para él, los malos tratos inferidos por los conquistadores planteaban primeramente una cuestión teológica, todavía presente que ni el hecho de cumplido ni la prescripción impiden examinar. Declaraba que se trataba menos de un debate jurídico cumplido, pasado y prescrito, que de una cuestión compleja de conciencia moral y teológica.
14. Sus adversarios se habían adelantado a la idea de la naturaleza no humana de los indios. En efecto "Cristobal Colón había afirmado que el descubrimiento de nuevas tierras suministrará a la dominación del pueblo conquistador un formidable contingente de nuevos subditos. Esta afirmación fue acogida como una herejía. Se oponía a la paternidad que oficialmente se atribuía a Adán. Desde que los hijos de Noé, sus descendientes, se decían los únicos ejemplares del género humano, que habían escapado del diluvio, poblando solamente tierras conocidas, por lo que no se podía admitir que existieran unos HOMBRES en otras regiones, que no se presentaran con las mismas alguna relación(...). Pero como estos seres a causa de sus rasgos fisicos no podían ser vistos como parte del género humano, la iglesia (de la época) ante este hecho indiscutible cambió su actitud. Estos salvajes, eran hijos de Adán sin duda alguna"5.
15. Se veía entonces un cartel en 1509, en una isla de las Antillas que los portugueses acababan de colonizar, esta sorprendente proclama:
Yo, Alonso de Ojeda, servidor de los muy altos y poderosos reyes de León, notifico y declaro de la manera más formal que Dios nuestro señor que es único y eterno, ha creado el cielo y la tierra y un hombre y una mujer a como usted y yo y todos los pueblos que han existido y que existirán sobre la tierra, somos los descendientes.
¡Imaginen pues el carácter extraordinariamente revolucionario para el contexto de la época, en la mentalidad cámbiente de esta declaración sobre la unidad del género humano! No había que distinguir entre el salvaje y el civilizado en su común pertenecía a un mismo género. En mi opinión y les ruego excusen mi heterodoxia, son teólogos jurista de la universidad de Salamanca, como Vitoria, Suárez y de las Casas, los fundadores auténticos de la universalidad de los derechos humanos. ¡Leen otra vez sus obras donde resuenan los clamores prodigiosos de su humanismo y verán su candente actualidad!
16. Hoy las filosofías, las religiones, las morales, reconocen todas de una u otra manera, esta unidad del género humano y la inminente dignidad de la persona. Naturalmente ésta se convirtió en la base fundamental de la dignidad del hombre, noción que se ha encaminado dolorosamente a travez de interminables guerras y de siglos de esclavitud, para iluminar el fin de nuestra conciencia de hoy.
17. De este modo, los indios son seres humanos. Pero son hombres inferiores, unos "esclavos por naturaleza", incapaces de ser dueños de sus tierras, o titulares de derechos de propiedad. Están en segundo lugar en un estado de pecado mortal, privados de todo título de propiedad, el cual es un estado de gracia divina. En tercer lugar, siendo infieles, no cristianos, sólo pueden ser exterminados y desposeídos de sus bienes. En fin, son sin razón y a este título, incapaces de poseer un bien.
18. Es con una lógica implacable que contestó a esos argumentos. Recordamos por memoria su respuesta a la pretensión de que los Índios no tienen razón. Vitoria replica que los Índios tienen su propia lógica, su estilo de vida, sus instituciones públicas y privadas, sus cuerpos de reglas sociales. En este punto, Vitoria tiene unos acentos de una lucidez excepcional. Para su tiempo y también para nuestra época, se tiene que dar cuenta del increíble coraje que tuvo sosteniendo que el mundo está hecho de una diversidad de culturas y que la civilización occidental no es la única que Dios creó en la tierra. ¡La respuesta de Vitoria es aquí admirable por su profundidad y su carácter absolutamente inédito para la época! En cuanto el argumento según lo cual los Indios deben ser desposeídos de sus bienes por causa de infidelidad religiosa, Vitoria contesta "si se toma tierras o objetos a los judíos y a los sarracenos, se comete un robo; si se desposede a los Indios, se comete otro; es un robo, una rapiña, no menos que cuando se trata de cristianos". ¡Pretender defender a la época, y a los judíos, y a los sarracenos y aunque a los Indios, era por parte de Vitoria une temeridad insensata!
19. Los adversarios de Vitoria crearon entonces los títulos imperiales y pontificales de España para justificar la colonización del Nuevo Mundo.
20. A propósito del poder universal del emperador, Vitoria contesta con una convicción serena, pero inaudita, que el emperador Carlos V, su rey todo poderoso, sea al mismo tiempo el dueño del mundo y así soberano de las Américas. "No hay nadie, afirma Vitoria, que tenga, en virtud del Derecho natural, el imperio del mundo". Con esta respuesta toca a muerto el imperio universal. Es el fin del imperialismo.
21. ¿Que queda entonces? ¿Las decisiones pontificales? Pero Vitoria las impugna a su vez, rechazando la pretensión del Papa de pretender al titulo de dueño del mundo. Después el fin del imperialismo, es pues el fin de la teocracia universal. ¡Que gigante tranquilo que este teólogo enclenque que tuvo la audaz de destabilizar los pilares tradicionales del poder y afrontar con serenidad el poder formidable de Carlos Quinto y el del Papa Inocente X!.
22. Así, como el gran teólogo Bartolomé de las Casas, Vitoria contribuyó a alimentar con vigor une debate histórico que tuvo lugar en la Iglesia de España, en la Cortés, en la Universidades, en los ordenes monásticos, en el Consejo de las Indias y hasta al Consejo de Castilla, opuso la religión cristiana con la consagración de la fuerza. Los reyes prestaron gran atención y ordenaron encuestas, inspecciones y reformas. Isabela la Católica, Carlos Quinto y aunque le oscuro Felipe II, nos aparecen preocupados por los derechos humanos, después esta gigantesca controversia a la cual tuvo toda su parte Vitoria 6.
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23. La lucha de Vitoria, y está aquí toda su originalidad, no ha sido inútil, por confusa que sea. Con pocos, ha sacudido las conciencias de los Grandes, facilitando armas anticolonialistas y forjando principios todavía actuales y no solamente aplicables a las miserables condiciones de los colonizados. No esta solamente denunciado los excesos del colonialismo naciente, sino estigmatizado la barbaridad de todas las guerras de conquista y de agresión. Ha firmado, por su obra, los primeros llamamientos en le nombre de la libertad, nunca lanzados en la historia universal.
24. Pero Vitoria no se destacó de su realismo. La colonización era un hecho consumado cuando cuarenta años más tarde denunció sus horrores. Ha entonces condenado la política española no en su principio de colonización, pero en su aplicación. No ha ido hasta el final de su lógica inicial y ha reconocido el derecho de los españoles de colonizar América, pero no en las bases que rechazó, es decir la inferioridad de los Índios y los títulos imperiales y pontificales. Ha justificado el derecho de colonización con nada menos que 14 artículos "títulos legítimos y convenientes en virtud de los cuales los bárbaros han podido caer bajo la dominación de los españoles", entre los cuales el derecho de gente, el comercio internacional, la evangelización, el derecho de injerencia, la aceptación libre de la soberanía española y la obligación de una tutela española. ¿Hay que reconocer por lo tanto que Vitoria legitimó el hecho consumado? Hay sin duda un poco de ello, pero su demostración inicial sobre la ilegitimidad de la conquista ha marcado al hierro rojo lo que era y quedaba un hecho consumado, impuesto a todos por la imposibilidad de borrar el tiempo. También es cierto que, a pesar de las ambigüedades del pensamiento de Vitoria, no merecía la injusticia que tuvo, apreciando su palabra a través des los cuadros del pensamiento contemporáneo, necesariamente más exigente, cinco siglos más tarde. "Sería pueril, escribe un autor7, hacer sobre esta base algún proceso de Vitoria, cinco siglos más tarde. La utilidad que su discurso ha presentado para el colonizador español no podría ocultar su carácter innovador en muchos puntos de vista".
25. Todos los que han estudiado el pensamiento de Vitoria desde más de cinco siglos se han quedado sorprendidos por la importancia de sus esbozos y por la solidez doctrinal de sus principios. También han sido sorprendidos por la luz que desprende sobre los problemas fundamentales que el desarrollo de la civilización y la evolución del mundo moderno ponen al orden del día. Es que Vitoria ha sido, con otros teólogos de Salamanca y Valladolid, como Bartolomé de las Casas, el promotor inspirado y humanista de un Derecho internacional respetuoso de las libertades de las naciones y de los individuos. Es un poco el ancestro de lo que llamamos hoy, después tantos siglos de guerras, el derecho de los pueblos de disponer de sí mismos. El antiguo colonizado que soy, a querido dar un homenaje a su memoria imperecedera. Ha tenido el mérito histórico de acompañar el entusiasta descubrimiento de América con otro descubrimiento de resonancias actuales, el de la unicidad del Hombre. Ha contribuido inteligentemente a la gran controversia desarrollada en España al siglo XVI, antes los otros países europeos, cuando se ha debido darse cuenta que los supuestos salvajes pertenecían al genero humano, verdad que ha tenido el efecto de una explosión nuclear en el universo mental de la época.
26. Pero su enseñanza no se ha parado aquí. Ha afirmado la igualdad de las naciones, la existencia de una sociedad internacional, la libertad total de comercio y de comunicación, el deber de injerencia en el cuadro de intervención por causa de humanidad, el deber de protección a los extranjeros, etc. Es cierto que sus concepciones no coinciden con las que dominan el Derecho internacional actual. Si embargo, sólo se puede subrayar con admiración que han aparecido cinco siglos más temprano en el espíritu fecundo de este hombre tan excepcional.
27. Las resonancias de su obra son obvias.
Leemos otra vez, por ejemplo, lo que ha dicho acerca de la libertad de los cambios y de comunicación. ¿No tenemos la impresión que leemos un teórico de la "mundialización" o "globalización" en marcha hoy? Conviene que los recursos de la tierra, se intercambian en toda libertad, en la medida que pertenecen a todos y a cada uno. Hoy, la mundialización es la nueva religión de las relaciones entre los hombres en el conjunto del planeta. La liberalización de los intercambios de todas naturalezas, en un mundo más abierto, ha hecho caer las barreras, aduaneras y otras, tiene al parecer, un sesgo irreversible. La ley del libre mercado domina.
28. De la misma manera, el derecho de injerencia que defiende para salvar a los inocentes, particularmente de los sacrificios rituales, a tomado hoy los colores de un deber de asistencia humanitaria. La necesidad de prestar ayuda a las poblaciones en peligro, por el hombre o por la naturaleza, impone a cada uno, según una doctrina que se extiende, un deber de asistencia a un pueblo en peligro, que transcendería las regales jurídicas tradicionales. Según este punto de vista, la soberanía del Estado debe inclinarse, en el nombre de una moral de extrema urgencia, ante las necesidades de la protección mínima de los derechos de la persona.
29. En final de cuenta, cuando Vitoria condena la masacre de inocentes, seguimos su ejemplo condenando al genocidio. Cuando tomo en defensa a los Indios convertidos, lo imitamos protegiendo el derecho contemporáneo de las minorías. Cuando pleitea para el derecho natural de sociedad y de comunicación, pensamos al derecho de libre circulación de mercancías y de capitales, prolegómenos de la mundialización. Cuando defiende la libre propagación de la religión, anuncia con cinco siglos antes una era de libre circulación de ideas y de la cultura.
30. Con otros teólogos juristas, como Domingo Soto, Suárez y el gran Bartolomé de las Casas, Vitoria ha dejado unos ejemplos de coraje, de dignidad y de humanismo, a la hora cuando el espíritu de conquista inflaba las velas de los galeones de un Cortés, de un Pizarro o de sus sucesores. No se puede entonces olvidar sus conmovedoras y generosas demostraciones, que hay que extraer de la ganga de la escolástica de la época. España tiene en Vitoria un precursor del movimiento moderno de la protección de los derechos humanos. Su país a tenido la inmensa suerte de tener a este noble espíritu ilustrado por la claridad de la piedad y de la inquietud metafísica en un siglo de grandeza. Desde este punto de vista, es inmortal porque supo desprender lo que es eternal en el hombre.
31. Si es cierto que España ha fallado mucho en contra el Hombre durante los siglos XV y XVI, en ninguna otra parte la conciencia de la dignidad eminente del ser humano a sido más profundizada. Ninguna gran nación es inocente. La historia nos lo enseña abultadamente. No existe una que no ha atacado, invadido, conquistado, masacrado, perseguido. Pero España ha tenido el privilegio saludado de tener entre sus mejores hijos, unos refractarios valiosos y protestantes vehementes. Vitoria fue uno de ellos. Un autor escribió: "Todas las naciones han tenido a sus ladrones y a sus fanáticos, sus tiempos de barbaría, sus éxitos de furor. Las más estimables (de entre ellas) son ellas que se acusan (sí mismas). Los Españoles han tenido esta sinceridad, tan digna de su carácter"8. Dicho de otra manera, el honor de los pueblos, es desaprobar los crímenes cometidos en su nombre9.
32. Vitoria fue ciertamente un hombre del siglo XVI, por su nacimiento, pero de todos los siglos, por su mensaje y sus ideas. Y Camilo Barcia Trelles decía de él en 1926 en Salamanca: "No hay más que una verdad, la verdad para todos: hacia esa verdad mira Vitoria, con la fe del viajero que en la noche silenciosa va guiado con la vista puesta en la estrella polar".
Muchas gracias.
Monsieur le Recteur de l'Université,
Mesdames et Messieurs les membres du Corps enseignant de l'Université,
Mesdames et Messieurs les représentants du Corps diplomatique,
Mes chers amis,
1. Par ce doctorat honoris causa qui m'est conféré en ce beau jour de fête étudiante, de célébration de l'esprit, je me sens, une fois de plus, comblé par le monde universitaire d'Espagne, auquel m'attache une vieille et affectueuse complicité intellectuelle. Je sens toute l'ivresse de cette atmosphère festive et je cherche vainement à me situer á la hauteur de cet événement si gratifiant en trouvant les mots appropriés pour exprimer ma reconnaissance à cette belle Université et mes remerciements à ce beau pays. En vérité, ma difficulté à vous faire part convenablement de mon plaisir est directement proportionnelle à la hauteur de la distinction dont je suis l'objet si privilégié en ce jour de grâce. Dès lors je n'ai pas d'autre ressource que celle de vous adresser un humble pardon pour mon infirmité à traduire fidèlement ma gratitude émue
2. Votre belle Université porte deux noms ¡llustres: celui de Carlos III et, pour l'Institut qu'elle abrite, celui de Francisco de Vitoria. Ce double et haut parrainage charge votre Institution, enseignants, administrateurs et étudiants confondus, d'un devoir de mémoire et de fidélité aux messages laissés par ces deux hommes, grands chacun dans son rôle historique.
3. De Carlos III, triplement couronné d'Espagne, de Parme et de Naples-Sicile, je ne dirai rien ici que vous ne sachiez déjà mieux que moi. Votre Université, en portant un nom si prestigieux, a contracté un sorte de "pacte de famille" avec ce "père de la patrie et protecteur des sciences" comme on l'appelait. Un tel pacte vous charge d'un devoir suprême, celui de chercher la grandeur non pas dans la gloire passagère des armes ou de la politique, mais dans l'éclat plus durable de la connaissance et du devoir de servir le mieux être de l'homme. C'est à cet esprit de libre recherche et de service des peuples que j'ai plaisir à rendre hommage aujourd'hui, en cette cérémonie solennelle dans cette Université qui porte le nom d'un des tous premiers Souverains, parmi ceux que l`on a appelé les "despotes éclairés", éclairés par le profond désir d'assurer le progrès et le bien être dans leur pays par des réformes hardies et par le souci d'avoir une conscience en avance sur leur temps. L'histoire jugea mal cet homme éclairé, passionné d'égalité et pourfendeur de privilèges et fut particulièrement ingrate à son égard en l'exilant à Aranjuez. Ce fut pourtant un grand roi moderne, qui ne méritait nullement le jugement négatif que portèrent sur son règne des hommes comme Marcelino Menendez Pelayo alors qu'il prépara, bien en avance sur son temps, l'enfantement de l'Espagne d'aujourd'hui.
4. En portant son nom, votre Université fait revivre sa mémoire, réhabilite son oeuvre, et épouse fièrement la devise qui a inspiré son action rénovatrice, celle de la vision prospective. C'est en so¡, pour votre Université, un symbole et une référence, un engagement et un programme.
5. Quant au message de Francisco de Vitoria, ce grand théologien face au pouvoir politique et à l'argent, et dont le nom sert aussi de fier drapeau à votre Université, il me parait d'une saisissante actualité. Je ne m'attacherai pas à toutes les facettes de sa pensée qu'il a exposées dans ses leçons pieusement recueillies et publiées par ses disciples et élèves, ces leçons présentées à la postérité comme celles "du Révérend Père, Frère Francisco de Vitoria, maître en théologie sacrée, professeur très ¡llustre de Salamanca, titulaire de la chaire de "prima", faites en cette même université de Salamanca, les années 1530 de la Nativité".
6. Je voudrais seulement faire de son oeuvre si riche une lecture toute personnelle et vous dire avec quel respect et quelle admiration l'ancien colonisé que je suis, l'Indien que je veux être en le lisant, approche le puissant message qu'il a su laisser grâce à son courage exemplaire et stupéfiant pour le siècle qu'il vivait. Car dans ma condition d'ancien colonisé, je me demande quel homme fut plus grand lorsqu'"au crépuscule de ses jours, on le porta en chaire pour qu'il y fasse porter sa parole magistrale1 et lorsqu'il fit comparaître sa patrie devant le tribunal de sa conscience, la sienne propre et celle de son peuple. Antonio Truyol Serra a justement décrit ce maître exceptionnel comme le "Socrate espagnol"2, à la fois profond jusqu'au vertige, vif comme l' éclair et amer comme ceux qui ont le privilège de connaître la vérité sur la faiblesse humaine. Quel courage, quelle implacable lucidité et quelle grandeur, en fin de compte, ne lui fallait il pas, en ce XVIe siècle des conquêtes fiévreuses et débridées, pour réhabiliter ces colonisés, ces Indiens, dont l'appartenance même à l'espèce humaine avait été mise en doute avant lui !
7. C'est donc à une vision personnelle de l'œuvre combien complexe de cet homme que je voudrais me livrer devant vous. Chaque génération peut avoir sa lecture propre d'une œuvre historique. C'est à la fois inévitable et légitime. A condition toutefois d'éviter le double risque, d'une part de réduire une doctrine à l'expression passagère d'un temps à jamais révolu et de n'en tirer aucune ressemblance avec l'actualité, et d'autre part de chercher dans cette œvre, en forçant le trait, des idées contemporaines qui ne lui doivent rien. Je veillerai à demeurer entre ces deux écueils.
8. Mais auparavant, en guise d'éclairage indispensable, je voudrais reconstituer l'environnement temporel et spatial de cette œuvre pour mieux la "situer" dans son époque et son contexte et faire apparaître ainsi aussi bien sa nouveauté ou son actualité que ses limites. Bref, pour apprécier toute la résonance surprenante de la pensée de Vitoria, et saisir la valeur présente de son message, il faut naturellement d'une part la situer dans son contexte de 1'époque et d'autre part la dépouiller de son expression archaïque.
9. Il était contemporain de Charles Quint. Il vécut la brillante apogée de l'Espagne. Charles Quint régnait non seulement sur un immense empire européen, mais encore sur beaucoup de territoires d'autres continents, les Philippines et les Moluques en Asie, Ceuta et Oran en Afrique du Nord et surtout le Nouveau Monde des Amériques. Devenue l'avant poste d'une Europe orientée vers la découverte et la conquête de nouveaux mondes et de terrae incognitae, première puissance militaire et politique du continent, entretenant de grandes armées et faisant la guerre et la paix sur la planète, l'Espagne fut naturellement portée à développer la partie du droit international relative à la colonisation et à la guerre. Mais si l'Espagne était la première puissance politique de l'Europe, l'apogée de sa grandeur s'était accompagnée d'un admirable développement intellectuel : ses Universités, et notamment les deux plus ¡llustres, celles de Cordoba et de Salamanca, étaient, comme l'avait écrit Joseph Barthélémy "des foyers de lumière où les questions les plus graves étaient agitées avec une complète indépendance d'esprit et une tolérance toute moderne"3.
10. "Il est très remarquable que dans un empire alors triomphant, qui cherchait á étendre ses pouvoirs jusqu'aux confins du levant et du couchant, des voix aient pu librement s'élever pour stigmatiser des pratiques qui furent souvent d'une grande barbarie et pour faire reconnaître à des Indiens, dont on était à peine sûr qu'ils fissent partie du genre humain, des droits élémentaires. Il est peu d'Etats modernes qui eussent ainsi laissé s'exprimer, dans les termes implacables qui furent notamment ceux de Bartolomeo de Las Casas. Et il en est moins encore qui, comme Charles Quint, auraient eu souci de consulter comme il le fit, des "sages", au premier rang desquels Vitoria, pour être éclairés sur leurs droits"4.
11. Voilà donc l'homme et son époque. L'homme jouissait d'une immense considération et était regardé par ceux de son temps comme un autre Pythagore. Les rois le consultaient sur les cas intéressant leur conscience ; les rois d'Espagne sur leur conquêtes dans le nouveau monde; le roi d'Angleterre sur ses divorces ; le Pape lui remettait le jugement des cas de conscience les plus délicats. L'époque était faste pour l'Espagne, d'autant plus tolérante qu'elle était puissante. Et pourtant, on ne peut imaginer aujourd'hui, compte tenu tout de même des mentalités de l'époque, qu'un mouvement de défense des Indiens d'Amérique pût s'amplifier au point de constituer une force morale avec laquelle il eût fallu vraiment compter. C'est là un événement surprenant et plein d'enseignement que cette force purement morale ait pu contenir et discipliner le puissant pouvoir de l'argent. Car les temps crus que Vitoria avait vécus étaient ceux de l'usage de la force dans les relations internationales, de l'intervention, de l'occupation, de la conquête, de l'esclavage, de la colonisation, de la terra nullius, des guerres et des génocides. Cela ne peut que grandir encore plus le message humaniste de Vitoria. Les murs, les voûtes et les pierres des vieilles et prestigieuses Universités de Salamanca et de Valladolid savent encore aujourd'hui, tout comme cet Institut Vitoria où nous sommes réunis aujourd'hui, nous parler du plus éminent des maîtres de l'école espagnole, considéré à juste titre comme le fondateur ou la "matrice" du droit international moderne.
12. C'est avec panache et un sens rare de l'humain que Vitoria participe à la gigantesque controverse, dont les siècles ont gardé le puissant écho, sur la nature parfaitement "humaine" des indigènes du nouveau monde, qui méritaient, disait il, un traitement moins attentatoire à leur humaine condition.
13. L'enseignement de Vitoria fut d'autant plus fascinant que le maître de Salamanca avait prononcé ses leçons sur la colonisation des Indiens une quarantaine d'années après la découverte du Nouveau Monde, tant et si bien que certains considéraient "inutile et oiseuse" toute discussion sur la légitimité des droits de l'empereur. Mais Vitoria passa outre cet argument et réveilla les consciences endormies. Pour lui, les mauvais traitements infligés par les conquérants posaient d'abord une question théologique toujours présente, que ni le fait accompli, ni la prescription n'empêchent d'examiner. Il déclarait qu'il s'agissait moins d'un débat juridique accompli, passé et prescrit, que d'une question complexe de conscience morale et théologique.
14. Ses adversaires avaient d'abord avancé l'idée de la nature non humaine des Indiens. En effet "Christophe Colomb avait affirmé que la découverte des terres nouvelles fournirait à la domination du peuple conquérant un formidable contingent de nouveaux sujets. On accueillit cette affirmation comme une hérésie. Elle s'opposait à la paternité exclusive que l'on attribuait officiellement à Adam. Dés lors que les fils de Noé, ses descendants, disait on, les seuls exemplaires du genre humain, qui avaient échappé au Déluge, n'avaient peuplé que des terres connues, on ne pouvait admettre qu'il existât des HOMMES dans d'autres régions qui ne présentaient avec celles là aucun rapport... Mais comme ces êtres, à cause de leurs caractères physiques, ne pouvaient être regardés comme faisant partie du genre humain, l'Eglise (de l'époque) devant ce fait indiscutable, changea d'attitude. Ces sauvages étaient des fils d'Adam à n'en pas douter"5.
15. On vit alors, affichée en 1509, dans une île antillaise que les Portugais venaient d'occuper, cette proclamation étonnante
"Moi, Alphonse de Ojeda, serviteur des tris hauts et tris puissants rois de Léon, conquérants des nations barbares, je vous notifie et vous déclare de la façon la plus formelle que Dieu notre Seigneur, qui est unique et éternel, a créé le ciel et la terre, et une femme et un homme, dont vous et moi, et tous les peuples qui ont existé et qui existeront sur la terre, sommes les descendants".
Imaginez donc le caractère extraordinairement révolutionnaire, dans le contexte de l'époque, dans la mentalité ambiante, de cette déclaration sur l'unicité du genre humain ! Il ne fallait pas distinguer le sauvage du civilisé dans leur commune appartenance à un même genre. Pour moi, et je vous prie d'excuser mon hétérodoxie, ce sont les théologiens-juristes de l' Université de Salamanca, ce sont des hommes comme Vitoria, Suarez et Las Casas, qui sont les pères fondateurs authentiques de l'universalité des droits de l'homme. Relisez leurs œuvres où résonnent les clameurs prodigieuses de leur humanisme et vous verrez combien elles sont d'une brûlante actualité !
16. Aujourd'hui les philosophies, les religions, les morales, reconnaissent toutes, d'une manière ou d'une autre, cette unicité du genre humain et l'éminente dignité de la personne. Celle ci est ainsi devenue tout naturellement la base et le fondement de la liberté fondamentale de l'homme, notion qui a cheminé douloureusement à travers les guerres exterminatrices et les siècles d'esclavage, pour illuminer enfin notre conscience aujourd'hui.
17. Soit. Les Indiens sont des être humains. Mais ils sont des hommes inférieurs, des "esclaves par nature", incapables d'être maîtres de leurs territoires ou titulaires d'un droit de propriété. Ils sont en second lieu en état de péché mortel, donc privés de tout titre de propriété, lequel est un état de grâce divine. En troisième lieu, étant des infidèles, des non chrétiens, ils ne peuvent qu'être exterminés et dépouillés de leurs biens. Enfin ils sont dépourvus de raison et á ce titre incapables de posséder un bien.
18. C'est avec une implacable logique qu'il répondit à ce faisceau d'arguties. Rappelons simplement pour mémoire sa réponse á la prétention que les Indiens sont dépourvus de raison. Vitoria réplique que les Indiens ont leur propre logique, leur style de vie, leurs institutions publiques et privées, leurs corps de règles sociales et qu'après tout "chez nous aussi, dit il, nous voyons bien des paysans différer peu des brutes." Sur ce point, Vitoria a des accents d'une lucidité exceptionnelle. Pour son temps, et même pour notre époque, il faut mesurer l'incroyable courage qu'il eut de soutenir que le monde est fait de la diversité des cultures et que la civilisation occidentale n'est pas la seule que Dieu ait fait sur terre. La réponse de Vitoria est ici admirable par sa profondeur et par son caractère absolument inédit pour l'époque ! Quant à l'argument selon lequel les Indiens doivent être dépouillés de leurs biens pour cause d'infidélité religieuse, Vitoria répond que "si on prend les terres ou des objets aux juifs et aux sarrazins, on commet un vol ; si on dépossède les Indiens, on en commet un autre ; c'est un vol, une rapine, non moins que lorsqu'il s'agit de chrétiens." Oser défendre, à cette époque, et les juifs, et les sarrazins et de surcroît les Indiens, c'était de la part de Vitoria d'une témérité insensée !
19. Les adversaires de Vitoria avancèrent alors les titres impériaux et pontificaux de l'Espagne pour justifier sa colonisation du Nouveau monde.
20. Au sujet du pouvoir universel de l'empereur, Vitoria conteste avec une conviction sereine, mais inouïe, que l'empereur Charles Quint, son roi tout puissant, soit le maître du monde et du même coup soit le souverain des Amériques. "Il n'y a personne, dit Vitoria, dans une formule lapidaire, qui ait, en vertu du droit naturel, l'empire du monde." Cette réponse sonne le glas de l'empire universel. C'est la fin de l'impérialisme.
21. Que reste t il alors ? Les décisions pontificales ? Mais Vitoria les balaie à leur tour, en récusant la prétention du Pape à revendiquer le titre de maître du monde. Après la fan de Z'impérialisme, c'est donc la fin de la théocratie universelle. Quel géant tranquille que ce théologien chétif qui eut l'audace de déstabiliser les piliers traditionnels du pouvoir et d'affronter sereinement la formidable puissance de Charles Quint aussi bien que celle du Pape Innocent X!
22. Ainsi, tout comme le grand Bartolomeo de Las Casas, Vitoria contribua à alimenter avec vigueur un immense débat historique qui s'institua au sein de l'Eglise d'Espagne, aux Cortés, dans les Universités, dans les ordres monastiques, au Conseil des Indes et jusqu'au Conseil de Castille, et opposa la religion chrétienne à la consécration de la force. Les rois, loin de s'en offusquer, y prêtèrent grande attention, ordonnèrent des enquêtes, des inspections, des réformes. Isabelle la Catholique, Charles Quint et même le sombre Philippe II, nous apparaissent comme soucieux des droits de l'homme à la suite de cette gigantesque controverse à laquelle Vitoria prit toute sa part6.
23. La lutte de Vitoria, et c'est là sa saisissante originalité, n'a pas été vaine, pour aussi ambiguë qu'elle ait été. Il a, avec une petite poignée d'autres, secoué les consciences même des Grands, fourbi des armes anti colonalistes et forgé des principes toujours actuels et pas seulement applicables à la misérable condition des colonisés. Il n'a pas seulement dénoncé les excès du colonialisme universel naissant, mais stigmatisé la barbarie de toutes les guerres de conquête et d'agression. Il a signé, par son œuvre, les premiers appels au nom de la liberté, jamais lancés dans l'histoire universelle.
24. Mais Vitoria ne s'est pas départi de son réalisme. La colonisation était un fait accompli lorsque quarante ans plus tard il en dénonça les horreurs. Il a donc condamné la politique espagnole non pas dans son principe de colonisation, mais seulement dans ses excès d'application. Il n'est pas allé en effet jusqu'au bout de sa logique première et a reconnu le droit des Espagnols de coloniser l'Amérique, mais pas sur les bases qu'il avait soigneusement rejetées, à savoir I'infériorité des Indiens, les titres impériaux et pontificaux. Il a justifié le droit à la colonisation en alignant pas moins de quatorze "titres légitimes et convenables en vertu desquels les barbares ont pu tomber sous la domination des Espagnols", parmi lesquels le droit des gens, le commerce international, l'évangélisation, le droit d'ingérence, l'acceptation libre de la souveraineté espagnole et l'obligation d'une tutelle espagnole. Faut il reconnaître pour autant que Vitoria a légitimé le fait accompli ? Il y a sans doute un peu de cela, mais sa démonstration de départ relative á l'illégitimité de la conquête a continué de marquer au fer rouge ce qui n'était et ne restait qu'un fait accompli, imposé á tous par l'impossibilité d'effacer le temps. Il est vrai aussi que, quelles qu'aient pu être les ambiguïtés de la pensée de Vitoria, il ne méritait pas qu'on lui fit l'injustice d'apprécier son propos avec nos cadres de pensée contemporains, nécessairement plus exigeants cinq siècles plus tard. "Il serait puéril, écrit un auteur7, de faire sur cette base quelque procès à Vitoria, cinq siècles plus tard. L'utilité que son discours a présentée pour le colonisateur espagnol ne saurait d'ailleurs en masquer le caractère à maints égards novateur".
25. Tous ceux qui ont étudié la pensée de Vitoria depuis prés de cinq siècles sont demeurés frappés par l'importance de ses ébauches et par la solidité doctrinale de ses principes. Ils ne sont pas moins étonnés par la lumière qu'il jette sur les problèmes fondamentaux que le développement de la civilisation et l'évolution du monde moderne mettent à l'ordre du jour. C'est que Vitoria fut, avec quelques autres théologiens de Salamanca et de Valladolid, comme Bartholomeo de Las Casas, le promoteur inspiré et humaniste d'un droit international respectueux des libertés des nations et des individus. Il est un peu l'ancêtre de ce que nous appelons aujourd'hui, après tant de siècles de guerres, le droit des peuples à disposer d'eux mêmes. L'ancien colonisé que je suis, a voulu ainsi rendre cet hommage à sa mémoire impérissable. Il a eu le mérite historique d'accompagner la découverte enthousiaste de l'Amérique par une autre découverte, aux résonances toutes actuelles, celle de l'unicité de l'homme. Il a contribué intelligemment à la grande controverse développée chez vous au XVIe siècle, avant tous les pays d'Europe, lorsqu'il a fallu se rendre à l'évidence que les prétendus sauvages appartenaient bien au genre humain, vérité qui avait fait l'effet d'une explosion nucléaire dans l'univers mental de l'époque.
26. Mais son enseignement ne s'est naturellement pas arrêté là. Il a affirmé l'égalité des nations, l'existence d'une société internationale, la liberté totale de commerce et de communication, le devoir d'ingérence dans le cadre de l'intervention pour cause d'humanité, le devoir de protection des étrangers, etc... Ses conceptions ne correspondent certes pas à celles qui dominent aujourd'hui en droit international. Mais on ne peut que souligner avec admiration qu'elles aient germé cinq siècles plus tôt dans l'esprit fécond de cet homme si exceptionnel.
27. Les résonances actuelles de son œuvre sont évidentes.
Relisons par exemple ce qu'il a dit de la liberté des échanges et de communication. N'avons nous pas l'impression que nous lisons un théoricien de la "mondialisation" ou "globalization" en marche aujourd'hui ? Il convient que les ressources de la terre, offertes à tous par Dieu, s'échangent en toute liberté, en tant qu'elles appartiennent à tous et à chacun. Aujourd'hui la mondialisation est la nouvelle religion des rapports entres les hommes sur l'ensemble de la planète. La libéralisation des échanges de toutes natures, dans un monde plus ouvert, qui a abattu toutes les barrières, douanières et autres, a pris semble t il une tournure irréversible. La lo¡ du marché libre domine.
28. De même le droit d'ingérence qu'il préconise pour sauver des innocents, notamment des sacrifices rituels, a pris aujourd'hui les couleurs d'un devoir d'assistance humanitaire. La nécessité de secourir des populations en détresse, du fait de l'homme ou de la nature, impose à chacun, selon une doctrine qui se répand, un devoir d'assistance à peuple en danger, qui transcenderait les règles juridiques traditionnelles. Selon ce point de vue la souveraineté de l'Etat doit s'incliner, au nom d'une morale de l'extrême urgence, devant les nécessités d'une protection minimale des droits de la personne.
29. En fin de compte, lorsque Vitoria condamne le massacre des innocents, nous ne faisons que suivre son exemple en condamnant le génocide. Lorsqu'il prend la défense des Indiens convertis, nous ne faisons que I'imiter en protégeant le droit contemporain des minorités. Lorsqu'il plaide pour le droit naturel de société et de communication, nous pensons au droit actuel de libre circulation des marchandises et des capitaux, prolégomènes de la mondialisation. Lorsqu'il défend la libre propagation de la religion, il ne fait qu'annoncer cinq siècles avant nous une ère de libre circulation des idées et de la culture.
30. Avec d'autres théologiens juristes, tels Domingo Soto, Suarez et surtout le grand Bartholomeo de Las Casas, Vitoria a laissé des exemples de courage, de dignité et d'humanisme, à l'heure où l'esprit de conquête gonflait les voiles des galions d'un Cortés, d'un Pizarro ou de leurs successeurs. On ne saurait donc oublier ses poignantes et généreuses démonstrations, qu'il faut savoir extraire de la gangue de la scolastique en honneur à l'époque. L'Espagne tient en Vitoria un précurseur du mouvement moderne de protection des droits de l'homme. Votre pays a eu l'immense fortune de posséder eu noble esprit ¡lluminé par la clarté de la pitié et de l' inquiétude métaphysique dans un siècle de grandeur. A cet égard il est immortel parce qu'il a su dégager ce qui est éternel dans l'homme.
31. S'il est vrai que l'Espagne a beaucoup péché contre l'homme aux XVe XVIe siècles, nulle part ailleurs que chez elle la conscience de l'éminente dignité de l'être humain n'a été plus approfondie. Aucune grande nation n'est innocente. L'histoire nous le montre abondamment. Il n'en est aucune qui n'ait attaqué, envahi, conquis, massacré, persécuté. Mais l'Espagne a eu le privilège salutaire de compter parmi ses meilleurs enfants des réfractaires courageux, des protestataires véhéments. Vitoria était de ceux là. Un auteur a écrit: "Toutes les nations ont eu leurs brigands et leurs fanatiques, leurs temps de barbarie, leurs accès de fureur. Les plus estimables (d'entre elles) sont celles qui s'en accusent (elles mêmes). Les Espagnols ont eu cette sincérité, si digne de leur caractére"8. "Autrement dit, l'honneur des peuples, c'est de désavouer les crimes commis en leur nom"9.
32. Vitoria était certes un homme du XVIe siècle, par sa naissance, mais de tous les siècles par son message et ses idées. Et Camilo Barcia Trelles disait de lui en 1926 à Salamanca: "No hay mas que una verdad, la verdad para todos: hacia esa verdad mira Vitoria, con la fe del viajero que en la noche silenciosa va guiado con la vista puesta en la estrella polar".
Muchas gracias.
1 Joe Verhoeven, Actualité de la pensée juridique de Francisco de Vitoria, Bruylant, Bruxelles, 1998, p. 105.
2 Op.cit., p. 5.
3 Joseph Barthélémy, "Francisco de Vitoria", en Les fondateurs du Droit international, leurs ouevres, leurs doctrines, Girard et Brière, Paris, 1904.
4 Joe Verhoeven, op.cit., p. 104.
5 Rodrigo Octavio, "Les sauvages américains devant le Droit", Recueil des cours de l'Académie de Droit lnternational, vol. I, t. 3, La Haye, 1930, pp. 184 185.
6 Vid. Lewis Hanke, Colonisation et conscience chrétienne au XVléme siècle, trad. Fr. Druif, Plon, Paris, 1958.
7 Joe Verhoeven, op.cit., p. 107.
8 Marmontel, citado por Louis de Villefosse, "Sur l'actualité de Las Casas", Esprit, Paris, mars 1958, p. 411.
9 Louis de Villefosse, ¡bid.