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Laudatio de Jaime Alvar

Laudatio de Jaime Alvar

DHC BEARD
Laudatio de Jaime Alvar
"Rector Magnífico, Autoridades Académicas, Autoridades, compañeros y acompañantes, Señoras y Señores."
¡Vean qué peculiar colorido conforma este claustro! Si se les mira de uno en uno parecen poca cosa, pero en su conjunto crean un vistoso, aunque incompleto, arcoíris. Sus colores no cambian con el tiempo, sí su significado en virtud de los contextos. Nada hay invariable.
Habrá quienes piensen que me refiero al arcoíris de forma poética, por su composición variopinta, por el amasijo de disciplinas; habrá otros en quienes se haya suscitado una sonrisa en recuerdo de los cálidos días del Orgullo Mundial. 

No hay una interpretación única de mi incitación, el mensaje se altera en cada cual generando estímulos y, consecuentemente, relatos dispares.
Las Humanidades se dedican, desde perspectivas diversas, a escudriñar estas cosas. Sin nosotros el arcoíris sería menos divertido, porque curioseamos asuntos atractivos para otros. Esto no significa que carezcamos de rigor, es que lo hacemos de forma distinta. Por eso, el rigor que percibimos en quienes nos imponen sus rigores es el rigor mortis.
Nuestro incompleto claustro palia hoy carencias.

Tengo el encargo de hacer la laudatio de una profesora de la que ignoro cuartiles, EJCs, citation indexes y calibradores dictaminantes de nuestra calidad ‘objetiva’. Eso que para otros es vital, resulta hilarante para el sector celeste del arcoíris. Veo que también sonríen los rojos. Contribuimos, con tantos deméritos, en la calidad de nuestro claustro.

La Dra. Beard es, simplemente, una mujer sabia. Sabe cómo y de qué se reían los romanos. Lo cuenta en Roman Laughter: on joking, tickling and cracking up (Berkeley, 2014). Excelente ventana para asomarnos a ella. Nos brinda como antesala de su arcoíris triunfal un profundo análisis sobre la celebración de la gloria militar en Roma y su significado político-cultural en The Roman Triumph (Cambridge, Mass. 2007). Se ayuda del arco de Iris, la diosa que comunica a los humanos y a los dioses, para penetrar en los entresijos de la Religión romana y brindarnos una herramienta impagable: los dos volúmenes de su Religions of Rome (Cambridge, 1998). Podría continuar usando la alegoría, pero temo resultar cansino.

Tediosa es la descarnada enumeración de sus cuantiosos méritos. Permitidme, claustrales, que eluda lo obvio y atienda a lo insólito. La Dra. Beard es catedrática de Estudios Clásicos en la Universidad de Cambridge. En sus investigaciones ha dedicado especial atención a la vida social en Roma; a su religión; al desarrollo de las artes y su significado cultural; al aparato de representación del poder y del triunfo militar; a la recepción del mundo clásico en el mundo moderno -en especial, en la Inglaterra Victoriana- y, más recientemente, a la semiótica del cuerpo: la construcción cultural del sexo, las percepciones sensoriales, la risa, entre otros muchos aspectos relevantes en unas Humanidades renovadas. Es, sin duda, una de las investigadoras más prestigiosas en el panorama de los estudios clásicos, por su aguda crítica de las fuentes y su esfuerzo por integrar la producción de los autores clásicos y de los historiadores modernos en su contexto ideológico y social.

Es cierto que esos méritos son compartidos por otros investigadores situados en el espacio más creativo y seminal de la Historia. Sin embargo, en la Dra. Beard concurren dos circunstancias adicionales que singularizan su figura. En primer lugar, su compromiso con la denuncia de la desigualdad, antigua y moderna, en relación con la mujer. En el Newnham College de Cambridge, bajo el magisterio de Joyce Reynolds, está la cuna de ese compromiso feminista lejano de estereotipos, fecundo para inteligencias sensibles.

La segunda de las circunstancias es su empeño por otorgar a los estudios históricos una trascendencia social. Es su dimensión más conocida por sus exitosos  documentales sobre Pompeya y la vida cotidiana en Roma, por ejemplo Meet the Romans o el aclamado Rome. Empire without Limits. Ha sabido transmitir vívidamente las interpretaciones más innovadoras sobre la construcción del Imperio Romano, sobre los fundamentos del poder, sobre la integración de las culturas locales en la Romanidad, sobre la movilidad social, la creación de identidades individuales y colectivas, la convivencia plurirreligiosa, infinidad de asuntos de rabiosa actualidad, expresión con la que rindo homenaje a otro DHC de nuestra universidad, mi maestro J.M. Blázquez, fallecido el año pasado.

Por esa sólida convicción de la función social del quehacer histórico, Beard ha asumido retos dispares. Desde 1992 es editora de la sección de estudios clásicos del Times Literary Supplement. Como intelectual comprometida, interviene en los debates políticos a través de su blog, A Don’s Life, en la radio, en la TV, o mediante la firma de manifiestos frecuentemente polémicos. Criticó la ausencia de rigor en el análisis de los agentes causantes de los ataques del 11 de septiembre de 2001, por lo que ha sufrido injurias y desprecios. Se ha manifestado contra la independencia de Escocia y del Brexit; irónica a propósito de la elección de Donald Trump; porque es una pensadora del tiempo presente en diálogo con el pasado.

Por expresar libremente sus opiniones ha soportado ataques desde el machismo casposo. Su determinación la ha convertido en un icono para quienes no tenemos una voz tan potente en la defensa de la igualdad, por los derechos de la mujer frente a la hegemonía masculina, por buscar la palabra de los silenciados y por su ejemplar elogio de la diversidad. 
Porque es un referente estimulante y lleno del mejor magisterio, el IHJCB ha solicitado que el claustro de la UC3M acoja en su arcoíris a la Dra. Mary Beard, cuyo trabajo dignifica nuestros estudios, revaloriza la función del intelectual y contribuye a la mejora de nuestra sociedad.