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D. Rodrigo Echenique Gordillo

Discurso del Sr. D. Rodrigo Echenique

Rodrigo Echenique, Medalla de Honor 2014

Apertura del curso 2014/2015, 12 de septiembre de 2014.

Rector Magnífico, Autoridades académicas, Señoras y Señores,


Lejos ya mis años universitarios, mi vuelta en este caso a las aulas fue directamente a los claustros y dejó en mí sentimientos muy variados. El primer reconocimiento al permitirme colaborar en un proyecto colectivo, invitado por el entonces rector, Gregorio Peces Barba, al que mando desde aquí mi emocionado recuerdo. Hoy es además agradecimiento profundo al claustro académico y especialmente a su Rector Daniel Peña por significarme con la Medalla de Honor de esta universidad. Mi tiempo en el Consejo Social reforzó mi convicción en el compromiso universitario. Ante una actitud generalizada de ausencia de todo compromiso en la simple búsqueda de conquistas individuales, como diría Músil, hemos conquistado la realidad pero hemos perdido los sueños. Cierto que estos producen desengaño. Los sueños pueden ser de lo probable, de lo legítimo, de lo próximo pero solo los que sueñan los posibles, decía Pessoa, tienen la posibilidad real de la verdadera desilusión. Ese es su coste realmente. Ese es su coste. Pero frente al tedio colectivo que no es la enfermedad del aburrimiento sino la más grave, la de sentir que no vale la pena hacer nada, como apuntaba el propio Pessoa, la Universidad es , fue y debe ser siempre compromiso. Ha cambiado, y debe cambiar más, todavía mucho más, como el caleidoscopio proustiano que de vez en cuando va colocando los distintos elementos que siempre se consideraban inmutables. Y por fin, siento también, un sentimiento esperanzado. Hoy las cifras objetivas de la economía, el paro, la producción, el índice de precios, las métricas de deuda, se convierten en palabras de Magris, en personajes amenazadores como tiranos de una tragedia antigua, árbitros del destino de los hombres. Y lejos de mi restarles importancia, la tienen, y mucha, y más yo que participo de esas actividades. Pero el gobierno exclusivo de los técnicos, ideal de la sociedad contemporánea, se da siempre, se da simplemente, el gobierno de los instrumentos. La función, decía el gran Octavio Paz, sustituye así al fin. La sociedad así gobernada marcharía quizás con eficacia pero sin rumbo, lejos de la sabiduría que exige integrar todo el conocimiento en una visión coherente de toda la sociedad. Decía hace unos días y repito hoy que los que carecen de instinto gregario suelen ir por delante de la manada. Esa es mi universidad. Esa es la universidad que me gusta evocar, maestra, innovadora, comprometida y soñadora. Y la universidad a la que hoy aquí rindo mi compromiso y mi gratitud. Nada más y muchas gracias.