Prof. D. José Luis López-Aranguren
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Discurso de investidura como doctor honoris causa del Profesor Doctor José Luis López-Aranguren
Nombrado Doctor Honoris Causa en el acto del día de la Universidad del curso 92/93
DOCTORADO HONORIS CAUSA EN DERECHO
Es para mí un alto honor y una profunda satisfacción este mi nombramiento de Doctor honoris causa y agregaré, precisamente por esta Universidad Carlos III. ¿Por qué esto último? Es la Universidad más joven, la regida por un antiguo y querido amigo, en la que es catedrático de Sociología mi hijo Eduardo y en la que acabo de ser presentado por mi querido antiguo alumno y ayudante mío Eusebio Fernández García.
Y agregaré otro motivo de satisfacción, refiriéndome al cual entro ya en el tema de este uso de la palabra que de ningún modo pretende ser lección magistral: el de ser nombrado doctor en Derecho. En efecto, si lo hubiera sido en Filosofía se trataría de una reiteración, pero en Derecho no. Estudié Derecho antes que Filosofía y me licencié pero sin llegar a doctorarme. Se me concede así un título que no poseía y que viene a culminar mis primeros estudios universitarios, a la vez que me trae el grato recuerdo de aquellos años, del 1927 al 1931, de excelentes profesores, desde don Adolfo Posada, precursor en España de los estudios sociológicos, hasta Joaquín Garrigues, de quien fui primeramente alumno en su primer curso de docencia como catedrático y del que luego llegué a ser estrechamente amigo.
Mi cátedra, como se sabe, fue de Etica y todo el mundo conoce la íntima relación existente, y máximamente deseable, entre la Ética y el Derecho: basta evocar las expresiones «derecho natural» y «ley natural», el tema de la justicia y, englobándolos, la Filosofía del Derecho.
Hoy Filosofía del Derecho por un lado, Ética por el otro, pese a su pertenencia a diferentes Facultades, están estrechamente unidas administrativamente ya, a los efectos de tribunales de oposiciones, concursos y otros, con lo que se adelantan a la sustitución del sistema establecido de Facultades por el sistema angloamericano de Departamentos. No voy a entrar yo en la discusión sobre cuál de los dos es preferible; me limitaré a señalar que cada cual tiende a su propia cerrazón: cerrazón disciplinar en el primero (no se pueden tomar asignaturas ajenas a la Facultad, e incluso Sección); cerrazón endogámica, que ya se está dando en los comienzos españoles de la aplicación en pequeña escala del sistema departamental. Pero sí diré que mi propia dedicación personal se ha emparentado más bien con el abierto sistema departamental. En efecto y como ya he dicho, mis primeros estudios universitarios fueron de Derecho. Luego me dediqué, por una parte, al periodismo intelectual y la crítica literaria, y sobre todo al estudio, es verdad que más filosófico que teológico, pero también teológico de la religión cristiana en sus dos vertientes, católica y protestante. Más tarde me centré en la Ética, para finalmente abrirme desde la Ethica docens o profesoral a la Ethica utens, socialmente vivida y, por tanto, relativamente próxima a una Sociología de la moral. Se ve pues que mi dedicación ha sido más bien abierta o interdepartamental que cerrada en Facultades y Secciones dentro de ellas.
Agregaré también para pasara otro tema, enlazable con éste, que la Universidad de hoy no sólo tiende a constituirse en departamental, sino a convertirse en universal, abierta a todo y a todos. En otras ocasiones he hablado de ello. El título de Bachiller era, hasta la Reforma Napoleónica, un título universitario, el menor de ellos, y en Angloamérica -Bachelor- continúa siéndolo. Pero la Revolución francesa y la inglesa Revolución industrial significaron la elevación de la antigua burguesía a lo que hoy entendemos por esta palabra, la decimonónica «clase media». Y una clase media reclamaba su propio tipo de enseñanza, enseñanza media. Y por eso se sacó el título de Bachiller de la Universidad, para denominar, con él, la enseñanza media o para la clase media. Ahora bien, la época actual es de apertura socioeconómica de la Universidad a todos los que, de verdad, quieren entrar en ella, con lo cual se ha convertido en una suerte de superbachillerato. Superbachillerato abierto también, claro está, por arriba -tercer ciclo- a su tarea tradicional. A la Universidad incumbe así una función, a la vez, universitariamente mínima, otra especializada y junto a ellas la de siempre, la culturalmente superior. Y es obvio que para cumplir esta multiplicidad de funciones el sistema departamental, completado por las orientadoras tutorías, es más apto que el facultativo. Pero todo esto viene dicho a propósito de una vocación, la de quien habla, cuya formación y dedicación ha sido, a lo largo de su vida, más bien abierta o interdepartamental, que cerrada o facultativa. Por lo cual el acto de hoy viene a significar, para él, como la culminación de una antigua e interrumpida dedicación: la dedicación, honoraria, es verdad, de regreso a sus primeros estudios superiores, los de Derecho. Doctor honorario en Derecho, sí, excelentísimo y magnífico señor Rector: muchísimas gracias.