Dña. Gristina Garmendia Mendizábal
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Discurso de la Sra. Dña. Cristina Garmendia
Apertura del curso 2014/2015, 12 de septiembre de 2014.
Rector Magnífico, Comunidad AcadémicaAutoridades, Señoras y señoresAmigas y amigos:
Mis breves palabras de hoy contienen un agradecimiento, una convicción y un deseo.
El agradecimiento —de corazón y sincero— es para esta Universidad y, muy especialmente, para su rector: para ti, Daniel —y permíteme que te llame por tu nombre de pila aquí, en tu casa—, en quien quiero personalizar mi agradecimiento a esta institución académica.
Esta medalla se suma a los muchos motivos que tengo para agradecerte la convicción y la complicidad con la que hemos trabajado juntos en tantas iniciativas. Siempre ha sido motivo de orgullo poder compartir contigo mesa de negociación y debate, -quiero decir que no siempre fue fácil-, querido profesor. Sé que esta medalla me permitirá, con el paso de los años recordar que la lealtad institucional con la que trabajamos, en momentos no exentos de dificultades, se tradujo en confianza mutua y la confianza en amistad. Gracias por todo ello.
Hay muchos motivos que me unen a la Universidad. Mi vida académica —mi licenciatura y mi doctorado— representan, como para muchos españoles, una de las mejores etapas de mi vida.
Después, desde mi labor empresarial en el campo de la biotecnología —una de las industrias más intensivas en conocimiento— me acerqué de nuevo a las universidades. Más adelante, en mi etapa como ministra, tuve la oportunidad de ser corresponsable de algunos de los importantes cambios que está atravesando nuestro sistema universitario.
Hoy, desde distintas responsabilidades —como la presidencia de la Fundación COTEC— vuelvo a estar muy cerca de sus desafíos, especialmente en materia de innovación y de colaboración con la empresa.
Gracias a nuestras universidades, hoy contamos con la generación de españoles mejor formada de la historia de nuestro país. Soy una convencida del papel transformador que han tenido en nuestra sociedad y en nuestra economía, no hay más que analizar su impacto en las últimas décadas. Pero lo soy aún más del papel que podrían tener en la España de hoy, tan necesitada de emprender negocios intensivos en conocimiento y de hacer evolucionar a nuestras empresas tradicionales hacia nuevos modelos de negocio.
Esta es mi convicción: Que la universidad puede ser el motor de la necesaria transformación de nuestro modelo productivo. Universidades como la que hoy nos acoge, la Universidad Carlos III de Madrid, están trabajando activamente para que así sea:
-formando a jóvenes que compiten bien en el mercado profesional, nacional e internacional, gracias a sus conocimientos y habilidades que llevan, si me permiten la expresión “la marca de la casa”,
-contribuyendo cada año con nuevo conocimiento al desarrollo de sectores claves para nuestra economía e
-intentando relacionarse con la sociedad para entender mejor sus necesidades.
Y mi deseo, con el que termino, tiene que ver con la transformación cultural que ello exige para el sistema en general, comenzando con la propia cultura académica.
No es extraño escuchar a representantes universitarios exigiendo al sector privado un mayor compromiso con la tecnología y la innovación, sin reflexionar primero sobre cómo de comprometida está su institución con el cambio, con los nuevos enfoques, con la necesaria renovación de sus planteamientos en un mundo en transformación.
Creo que para ser un socio más activo en los procesos de innovación empresarial, para transmitir la cultura de la innovación a la sociedad y a la empresa, para formar parte del diseño de los nuevos ecosistemas de innovación abierta la universidad debe ser, necesariamente, una organización innovadora, valiente con las propuestas y flexible con los planteamientos. Mucho más de lo que lo es, en término medio, a día de hoy.
Mi deseo es que muchas de las iniciativas que están surgiendo en este terreno se generalicen. Y que este cambio cultural, que ya ha comenzado, se complete.
Si este deseo suena a petición, es porque siempre me he acercado a la Universidad desde el mayor de los respetos, pero con vocación de exigencia. Porque creo que el respeto es algo que se gana cada día, fruto del esfuerzo y el compromiso. Y porque los que amamos la universidad somos los que tenemos la mayor obligación de ser exigentes.
Querido rector:
Gracias de nuevo por tu amistad. Y gracias a toda esta comunidad universitaria por este reconocimiento, que tanto representa para mí.
Muchas gracias.