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D. Pedro García Barreno

Discurso del Sr. D. Pedro García Barreno

Pedro García Barreno pronunciando su discurso de agradecimiento tras recibir la medalla de honor.

Apertura del curso 2014/2015, 12 de septiembre de 2014.

Excelentísimo Sr. Rector Magnífico, Excelentísimo Sr. Presidente del Consejo Social, Excelentísimas e ilustrísimas autoridades, distinguidos Miembros del Claustro, respetados discentes, señoras y señores.


Sean mis primeras palabras en este solemne acto en el que se honra, entre otros, a este fortuito colaborador, de saludo efusivo y fraternal a los correcipiendarios, y que hago extensivo al mentor que se ganó el respeto de la comunidad universitaria: D. Emilio Botín, descanse en paz.


La tarea de la Universidad es escribir el futuro. Una comunidad de debate y renovación cuya acción ha de extenderse más allá de los límites del campus, además de alentar la concurrencia competitiva e identificar oportunidades a medio-largo plazo.


La ocurrencia de una aceleración acelerada del conocimiento científico, implica que las nuevas ideas aparecen más rápidamente de lo que somos capaces de reaccionar. Ello, más aún inmersos en un contexto generalizado de incertidumbres, imposibilita reorganizar los estudios y  los departamentos con la celeridad suficiente para poder responder tanto a  los retos que la avalancha de ideas conlleva como a las exigencias de la actual coyuntura socio-económica que nos atenaza.


El mundo universitario debe esforzarse en controlar su propia burbuja, ya in crescendo, y colaborar en el desarrollo de políticas que mejoren el capital humano. Ello reestructurando su sistema educativo hacia una enseñanza por un lado transcientífica y, por otro, eminentemente práctica, para fomentar una mayor actitud emprendedora e innovadora que frene la actual depreciación de capacitaciones. Estimular el aprendizaje en aquellos ámbitos que permitan acumular recursos competentes preparados para asumir cualquier reto profesional. Una formación dual para mejorar el ajuste entre las habilidades y la ocupación, lo que exige promover interacciones cooperativas y sinérgicas entre la academia y los sectores público y privado mediante acciones de riesgo ponderado que busquen la rentabilidad social y económico-empresarial del conocimiento. Para ello, cuando el Ejecutivo y el Legislativo toman decisiones sobre los sistemas de educación, formación e investigación no pueden equivocarse: están condicionando el fondo de garantía básico de las futuras generaciones.


Un adelanto de ese futuro por escribir lo representa el Grado de Ingeniería Biomédica en un departamento común con Ingeniería Aeroespacial. Al referirme a esta original aventura que tan valientemente emprendió esta Universidad rompiendo moldes, no puedo dejar de mencionar a mi querido amigo y estimado colega el profesor Juan Carlos Lasheras, honoris causa de esta Universidad y verdadero destinatario de la distinción con la que hoy, generosamente, me dignificáis.  


Sr. Rector, gracias por su confianza. Gratitud  que hago extensiva al Consejo de Gobierno por su magnanimidad. Mi reconocimiento a los profesores Shu Chien y Antonio Artés Rodríguez, compañeros en el inicio de la aventura, y a Isabel Gutiérrez Calderón y a Juan Romo Urroz por su asistencia constante. También están presentes los Profesores José Luis Jorcano Noval y Manuel Desco Menéndez, verdaderos artífices con sus colaboradores quienes han hecho posible la realidad que, hoy, el Grado de Ingeniería Biomédica de esta Universidad esté a la cabeza de la nota de corte y en internacionalización en nuestro contexto.


«Hay que soñarla grande para que España sea grande ─apostillaba Cajal hace noventa y tantos años─. Es preciso trabajar briosamente, sin desmayos ni pesimismos, para que la Dulcinea de nuestros ensueños, síntesis de renuncias y sacrificios, adquiera cuerpo y espíritu, plasmándose en espléndida  realidad».

Vale.
Paz y Bien.