D. Salvador Allende
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Discurso del Sr. D. Salvador Allende
Excelentísimo señor Rector de la Universidad Carlos III de Madrid, don Gregorio Peces-Barba Martínez, autoridades presentes, amigas y amigos:
Al agradecer emocionada a nombre de mi familia y, en particular, en el de Tencha, este reconocimiento que se le otorga a Salvador Allende, no puedo dejar de compartir con ustedes algunos de los momentos más intensos y señeros de su larga trayectoria política. Ahora que a menudo escuchamos que la política ha dejado de tener sentido y que la vida en sociedad no pareciera ser fundamental, la evocación de ciertos pasajes de la vida política del Presidente Allende nos muestra los valores permanentes de la solidaridad, la entrega de principios trascendentes que se refieren a la siempre deseada búsqueda de urna saciedad mejora más igualitaria con crecientes grados de libertad para que el hombre de nuestro tiempo pueda transitar por aquellas "anchas alamedas" que hiciera referencia Salvador Allende en su discurso postrero cuando en el Palacio de la moneda era bombardeado y era sacrificada nuestra democracia a manos de una amarga dictadura militar.
Permítanme hacer algunas reflexiones sobre su vida y la experiencia política que encabezó.
Nació en una familia de la clase media vinculada al quehacer político y a la actividad profesional; en su seno recibió la influencia filosófica renovada heredera de la Ilustración y las ideas libertarias, solidarias y republicanas que se originaron en la Revolución Francesa, las que marcaron indeleblemente su pensamiento. Desde muy joven Salvador Allende manifestó interés por los asuntos públicos. Su acercamiento al marxismo no lo inicia en círculos académicos, en los cuales posteriormente participó. Fue su amistad con un zapatero anarquista, quien a través de sus libros y sus comentarios lo introdujo al estudio de la teoría marxista.
Siendo estudiante universitario se involucró en las luchas políticas, la que en la década de los treinta le significó luchar contra la dictadura del General Ibánez. Esto le valió ser encarcelado, sometido a Cortes Marciales, y finalmente relegado al norte del país. En 1932 recibió su título de doctor en medicina y en 1933 participó en la fundación del Partido Socialista.
En 1936 participó en la fundación del Frente Popular, coalición política que toma el nombre de la alianza que en España instauró la República y que en Chile gana el Gobierno con Pedro Aguirre Cerda. El liderazgo político que empieza a ejercer le llevó a ser elegido diputado al Congreso Nacional en 1937. En 1939 fue llamado por el Presidente Pedro Aguirre Cerda para incorporarse a su Gabinete congo Ministro de Salubridad.
También participa en la creación de las Milicias Socialistas, movimiento con clara vocación antinacista y de lucha pacífica, sin armas pero de movilización social.
Fue elegido cuatro veces senador de la República entre 1945 y 1970 año en que fue elegido .Presidente de la República. Es decir, la vida de Salvador Allende estuvo marcada por una fuerte vocación política, la que asumió con entrega en favor de la construcción de una sociedad libre e igualitaria que permitiera a cada ser humano desarrollar en plenitud sus capacidades creadoras y sus atributos morales.
La trayectoria del Presidente Allende comprende todo el periodo histórico de auge desarrollo y debacle de la democracia chilena entre 1938 y 1973. Salvador. Allende supo expresar en su aproximación a la política, algunas de las más esenciales virtudes de un líder. Fue tolerante y, sin embargo, un recio defensor de sus principios.
Salvador Allende abrazó y representa una doctrina la del socialismo pero desechó esquematismo o preconcepción. Fue un hombre surgido y formado en su partido pero conservó siempre una óptica nacional de los grandes problemas que le toco abordar. Perteneció a una organización política que fue capaz de proyectar la idea de socialismo con fuerza y vigor, y sin embargo nunca perdió la capacidad de trascenderla en un esfuerzo armonizador que le permitía concertar un haz de voluntad política siempre más amplio que el estrictamente partidario. Su vida pública estuvo marcada por un apego irrestricto a las reglas del juego democrático y fue un ejemplo de coherencia y adhesión a principios de valor permanente.
Salvador Allende representó siempre, con tenacidad, las aspiraciones populares de justicia económica e igualdad social.
Liderizó a la izquierda durante dos decenios con empuje constructivo y fue, a la vez, lúcido aprendiz y brillante maestro en el socialismo chileno.
Figura protagónica de un dramático periodo de la historia de Chile, asumió con serenidad y valor el momento de su muerte. Cayó defendiendo, junto a un grupo de combatientes, los valores democráticos y la legitimidad del ideario que encarnaba. Sólo la historia, con la irremplazable perspectiva que da el tiempo, podrá entregar el veredicto justo que merece la estatura política y humana del Presidente Allende, Por ahora continuará siendo una figura debatida, tal como sigue siendo objeto de discusión el proyecto que encarnó y su ejecución concreta durante el periodo de la Unidad Popular. La herencia política de Salvador Allende no tiene una interpretación única e indiscutible y nadie podría pretender apropiarse de ella de modo exclusivo. El desafío para desentrañar su legado no consiste en analizar cada uno de sus actos, escritos y declaraciones de suyo importantes sino en saber interpretar los núcleos centrales de su pensamiento y acción que hicieron original y profunda su presencia en la vida del país.
La actividad parlamentaria, sin duela importante, fue sólo uno de los aspectos del quehacer de Allende. La faceta principal fue su identificación con los grandes problemas sociales del país y, consecuentemente, coro los movimientos que; se fueron gestando en torno a ellos. La lucha de los sectores postergados trabajadores sindicalizados, pobladores, campesinos, pueblo marginado tuvo en Allende, invariablemente, un aliado de absoluta lealtad. Así fue construyendo un liderazgo que conquistó, con argumentos y emoción, a un creciente sector del pueblo chileno que se hizo "allendista". El liderazgo de Salvador Allende combinó talentosamente la actividad del luchador social que a través de todo el país pulsaba y se identificaba con el sentir popular y la del tribuno parlamentario de oratoria fluida, capacidad de elaborar compromisos políticos e impulsar iniciativas con eficacia.
Siendo Senador definió una vez lo central de su acción pública. "Tornar democrática la democracia, significa, pues, hacer de la riqueza nacional un patrimonio de todos y no de un grupo privilegiado, significa llevar la salud a todos los pueblos; significa sembrar de escuelas el territorio y dotarlas de todos los medios; significa brindarles asistencia social y médica a todos los chilenos, con sentido solidario y .patriótico. Significa, en fin poner a la Nación al servicio de todos los chilenos.
Como gobernante actuó en consecuencia. La mayor demostración de esta voluntad de cumplir con sus convicciones fue el proceso de nacionalización del cobre, que recogió, en definitiva, la voluntad de todos los chilenos y que ha significado durante más de 25 años una decisiva contribución al progreso y bienestar de la nación en su conjunto.
Su propuesta de una vía nacional, original y propia de construcción del socialismo fue el producto madurado de los esfuerzos intelectuales y políticos del Presidente Allende. La "vía allendista" se gestó en un proceso de permanente contraste entre teoría práctica, esencial en el largo batallar político de S. Allende, en que el Partido Socialista constituyó un escenario a veces contradictorio y difícil, pero siempre abierto y receptivo ante nuevas ideas y debates. En cuatro campañas presidenciales y en su larga trayectoria parlamentaria, S. Allende recorrió Chile de uno a otro extremo y con excepcional sensibilidad descubrió, como pocos políticos de su época, los intersticios del alma chilena.
Ya Presidente, Allende sostuvo en algunos discursos clásicos que Chile se hallaba a las puertas de iniciar una "nueva manera de construir la sociedad socialista". En Chile habría de configurarse la "segunda vía" o experiencia de transición al socialismo, alternativa a aquella .fundada en la dictadura del proletariado. El gran desafío que, según S. Allende, enfrentaba la vía chilena era que no había un precedente o modelo establecido en el cual inspirarse: "Pisamos un camino nuevo, marchamos sin gula por un terreno desconocido; apenas teniendo como brújula nuestra fidelidad al humanismo de todas las épocas particularmente al humanismo marxista y teniendo corno norte el proyecto de la sociedad que desearnos, inspirada en los anhelos más hondamente enraizados en el pueblo chileno".
Las claves de su pensamiento siempre fueron las nociones de la democracia, pluralismo y libertad. Estas habían sido las constantes que caracterizan toda su trayectoria política personal. No obstante su fuerza y raigambre en las masas, la formulación del Presidente Allende fue objeto de serios reparos en los Partidos que integraron la coalición de la Unidad Popular. En definitiva, política e ideología se separaron peligrosamente, y este divorcio restó la fuerza necesaria, que debía ser tan gigantesca como el empeño en que estaba involucrado, para la puesta. en la ejecución del proyecto allendista.
Salvador Allende fue, antes que nada un hombre de su tiempo, y en su obra un signo de su época. Como él mismo dijera, "para juzgar a los hombres, hay que situarlos en el medio social, y en la época en que actuaron". Sus circunstancias fueron únicas e irrepetibles. Quienes somos continuadores de su pensamiento nos equivocaríamos si pretendiéramos imitarlo, del mismo modo que cometeríamos un error si buscáramos, de modo inconsciente o de manera oportunista, olvidarlo. Nuestra tarea debe ser, en cambio, recatar el sentido esencial de su lucha. Porque hoy requerirnos un futuro en que, con mucha más fuerza, rescatemos el sentido ético superior del ocio del político y de la función pública, para que no se pierdan jamás la dignidad y la nobleza.
Porque frente al esfuerzo de aquellos que pretenden imponer la idea que la sociedad debe ser el reino de la competencia sin barreras, sin importar su costo humano, debemos reponer el concepto que todos somos responsables de todos y que la solidaridad es la base indispensable de la convivencia civilizada.
La dramática experiencia del Gobierno de Salvador Allende y la Unidad Popular fue tenida en cuenta por las fuerzas democráticas que hoy gobiernan Chile y justifican su carácter de alianza estratégica. Hoy la concertación de Partidos por la Democracia aspira a un tercer gobierno, esta vez tras la candidatura de Ricardo Lagos. Esta coalición, integrada por los partidos Socialista, por la Democracia, Demócrata Cristiano y Radical, lidera un proceso de transición hacia una democracia más plena, cuyos ejes programáticos son la erradicación de la pobreza, el desarrollo con equidad, la ampliación de las libertades, terminar con los enclaves autoritarios y avanzar en hacer justicia por los graves atropellos a los derechos de las personas que se cometieron bajo la dictadura. Justicia casi inexistente en nuestro país y que hoy, gracias a los principios del Derecho Internacional y, particularmente, al esfuerzo del Juez Garzón hacen posible procesar a su máximo responsable, el vitalicio senador Pinochet.
Aún nos queda un largo trecho para que se abran las grandes alamedas por donde transite el hombre libre del que nos hablaba el Presidente Allende ese 11 de septiembre.
Hoy, el presidente Allende nos sigue acompañando corno un político que se anticipó a su tiempo; como un gobernante que prefirió morir antes de renegar de su mandato y olvidar. su juramento constitucional. Como socialista que amó la libertad, como hombre que amo la vida, como estadista que alcanzó la historia.
MUCHAS GRACIAS