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Madrid, España

16/12/2013

LOS MITOS EN LA DANZA CLÁSICA 

Los mitos nos muestran descarnadamente el ciclo de repeticiones y conflictos en los que el ser humano, desde sus orígenes, se halla inmerso. Sus héroes sin embargo nos traen un bello reflejo de nosotros mismos, ellos representan la tangente a ese círculo. Con su atrevimiento, con su generosidad nos ofrecen un hermoso punto de fuga que se pierde en el infinito.

Eva, la que mira hacia las estrellas.

 

GISELLE O LA INOCENCIA REENCONTRADA: Ensayo de danza del 22 de noviembre del 2013


A propuesta de Jaime Conde-Salazar, nuestro crítico genético, nos adentramos a experimentar en los mitos de la danza clásica. Comenzamos con Giselle, con su inocencia y un estado casi místico de amor puro.

INOCENCIA
Etimológicamente:
IN-: carencia de
-    Ocena: Mal olor, disfunción de la pituitaria
-    Noceus: hacer daño
-    Nek (raíz indoeuropea): muerte, dolor
La inocencia habitualmente se ha interpretado como carencia de culpabilidad: la responsabilidad contraída sobre una acción negativa.
Desde otra perspectiva mucho menos adulterada la inocencia hace referencia a lo puro, lo que sucede por primera vez, aquello sobre lo que no existe experiencia y por tanto tampoco juicio sobre ello. 
Me interesa la reflexión sobre la inocencia no tanto como falta de culpa (pecado original judeo-cristiano) sino como el estado prístino en el que aún no hemos generado condicionamientos o bien cometemos la osadía de deshacernos de ellos. 
En ocasiones la experiencia, además de ser la madre de la ciencia, también se puede convertir en el origen del juicio y de la creación de nuestros propios condicionamientos, aquellos que nos incapacitarán para poder ver ni experimentar nada de nuevo ya que todo se encontrará ya “significado” por nuestra experiencia anterior (cuando no por la de otros). El pasado por tanto y nuestra experiencia de él condicionan absolutamente nuestro presente, nos quedamos dando vueltas en este laberinto de lo ya descrito, de lo ya fijado y del que difícilmente podremos encontrar una puerta de salida, a no ser que como el héroe griego o como la inocencia de Giselle, nos atrevamos a no mirar atrás (para no convertirnos en estatua de sal)  y crucemos una tangente hacia el infinito.

PROPUESTA ARTÍSTICA: La sumisión como acto de entrega
Les propongo a las intérpretes un acto de Sumisión Ciega. 
Sumisión: del latín Submissio, además del significado ya fijado y “condicionado” de Sometimiento, acatamiento, subordinación, también enlaza con otro más interesante y menos manido y es la de estar bajo misión (sub-missio), emprendiendo un camino y aceptando someterse a él.
Materiales 
4 hilos de cuerda fijados con cinta adhesiva y que atraviesan el suelo de forma paralela creando cuatro caminos bien marcados para recorrer.
4 vestidos que he pedido a las intérpretes que traigan y que les recuerden aquella primera vez, su adolescencia, su niñez.
Unas ramas de flores y pétalos de rosa que encuentro en la sala posiblemente de la última función, que nadie se llevó e “inocentemente” allí quedaron para que las encontráramos..
Música: Dakota Suite Navigators Yards/Ballet Giselle, música de Adolphe Adam. 


MARTA, CAROLINA, SOL Y ALBA EMPRENDEN EL CAMINO
Con los ojos cerrados y descalzas se disponen a atravesar ese hilo en el suelo infinitas veces sin saber a dónde van. El hilo y su tacto a través de la piel de los pies les hace nos perderse y les sirven de guía. Los cuerpos se resisten al sometimiento, protestan y pierden el equilibrio, parece difícil avanzar, en algún momento alguna se desespera y llora su impotencia, no puede dar dos pasos seguido atravesando el hilo sin salir despedida, sin temblarle todo el cuerpo, emergen todas las resistencias, pero finalmente aceptan la “sumisión” y poco a poco como monjes en plena meditación todas atraviesan el hilo despacio, sin pausa, sin expectativas y sin cuestionarlo.
45 minutos después es el momento de comenzar el verdadero recorrido: 
Salimos de casa, debemos atravesar un paisaje solitario que durará toda una jornada, veremos cómo saldrá el sol, como llegará a lo más alto para después descender con sus luces y sombras hasta llegar al crepúsculo. No sabemos dónde vamos pero sí sabremos dónde pondremos a cada instante nuestros pasos.
En el camino se encontrarán con las ramas, con los vestidos que tropezarán con sus pies, como si pasado, presente y futuro se encontrarán suspendidos de aquel hilo, el viento traerá pétalos de rosa que como una mariposa se pegarán en sus labios y deberán transportar sin dañar. Se vestirán de todo ello, lo incorporarán a su eterno caminar hacia el infinito, hacia su inocencia.
1 hora después estamos listas para abandonar el hilo, les propongo dejarlo y salir al espacio circundante, les cuesta hacerlo, ha costado mantenerse en él y ahora cuesta abandonar a este fiel compañero que nos ha permitido encontrarnos en ese otro lugar, en ese otro yo. 
En ese estado de entrega, de no lucha, de permitir, de ser, suena la música de Giselle de Adolph Adams y ellas improvisan plenamente inocentes, las ramas cuelgan de sus bocas, de sus manos, la ropa se desliza por sus cuerpos.
A ciegas, en palabras de Jaime Conde, interpretan un perfecto Acto II de Giselle, sin saberlo, sin desearlo, sin condicionase para ello. La mejor inocencia emerge y se instala en la sala, Jaime y yo agradecemos poder mirarlas, su inocencia nos devuelve la nuestra y nosotros les damos las gracias por ello.

 

BITÁCORA DE LAS INTÉRPRETES

SOL
Mi madre enemiga de los cuentos infantiles al uso, cada noche durante muchas noches me leía los poemas que consideraba infantiles, A Margarita de Rubén Darío era uno de nuestros favoritos.
Mi Margarita es Giselle, y Giselle es todas las princesitas, todas las niñas dulces, todas las Caperucitas rojas que se enfrentan al bosque. Rubén Darío se lo explica a Margarita así:
Esto era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha de día
y un rebaño de elefantes,
un quiosco de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita, como tú…

Recuerdo que un autor explicaba que todo cuanto se escribe es autobiográfico, solo que puede escribirse de dos formas ya sea "Nací en el año 1986 la provincia tal" o bien "Este era un rey…". Creo que también todo cuanto se lee y se ve  representado se interpreta del mismo modo, todos somos una Giselle inocente capaz de amar hasta la locura.

Sol, la que habla con su astro al borde del mar

MARTA
¿Somos todos inocentes o hacemos que lo somos? ¿La inocencia es algo innato o se aprende?
En algún momento de nuestras vidas todos hemos querido ser inocentes, y otras veces no serlo, pero ¿qué conlleva la inocencia? 
No tener, no saber o no querer ser. Mi inocencia va desde no tener miedo a nada, escudada en mi ignorancia, hasta la sumisión absoluta sin preguntarme, dejarme ir.
Mi Giselle se encuentra en la inocencia de un niño, en esa que es una fuente de energía inagotable, que no se cuestiona sino que realiza. Giselle para mí, tiene algo muy especial y, es que la ingenuidad la lleva a vivir aquello que quiere, no le importa la recepción de los demás, porque su perspectiva de la vida es “todo de color de rosas”.
La inocencia no es algo que la experiencia pueda proporcionar, no es algo que se compra ni se vende pues para cada uno de nosotros tiene un valor diferente. Mi Giselle encuentra su mundo idílico en ella misma, no se pierde con el exterior, y por eso se deja muchas cosas que suceden en su entorno pero las sustituye al mismo tiempo, por otras creadas por su no culpa, por su no saber, por su curiosidad sin miedo.
En la inocencia se encuentra la ignorancia, pero también la belleza. Un ser profundamente inocente es como un ser no profanado, limpio y sin ningún rasguño que debe seguir así para no contaminarse.

Marta, la niña que juega a ser encontrada


CAROLINA
La inocencia es la pureza.
La inocencia es caer en el llanto por una rabieta.. y volver a sonreír al verte crecer a cada paso que das.
La inocencia es la verdad, el aquí y el ahora.
Es nostalgia.
Es realidad.
La inocencia te hace bailar. Te hace jugar.  Te hace crear. Te hace soñar.
La inocencia no te hace menos sabio, sino más curioso.
La inocencia es la prudencia. 
Es belleza.
La inocencia es un regalo.

Carolina, una Alicia grande en su pequeño laberinto

ALBA
Durante la sesión del viernes pasado trabajamos la inocencia usando como pretexto una tarea monótona y constante.
La tarea de caminar sobre la cuerda, con un ritmo lento y constante, si un fin aparentemente visible y con solo la idea de seguir y seguir, de vivir cada paso y estar presentes en cada lugar del camino sin fin, la viví como una pequeña lucha  entre mi mente y la continuidad. Este tipo de tareas normalmente se empiezan con una arrolladora energía propia de una cosa nueva. Muy rápido empiezan un dialogo entre la cabeza y los juicios, con la dificultad que produce sólo estar y sólo hacer y cuando en esta lucha gana el continuar y olvidarse de la parte analítica del cerebro es cuando se pierden los juicios, las barreras se desmoronan sólo continuas y continuas por horas si hiciese falta solo estas y sientes. En este momento es cuando realmente te dejas ir, a cualquier lugar, sin previo aviso, donde aflora lo más puro y auténtico de la persona.
Para mi este momento es inocencia, cuando se dan la carencia de juzgarnos a nosotros mismos y al exterior como algo bueno o malo, no hay vergüenza hay verdad, hay emociones y sensaciones, olores y recuerdos, movimientos necesarios y justos, hay velocidades e interacciones desde la sencillez y transparencia de los dos cuerpos. Me viene una imagen, cuando pienso en Inocencia y más en la inocencia de esa sesión, es una caja torácica abierta, limpia, como pintada por Jan Van Eyck en la que se desarrolla toda una historia interna y cambiante de cada intérprete e incluso la de varios intérpretes y sus coincidencias.
Mi Giselle, para mi es esa niña que era con 5 años, con el pelo a tazón asexual, sin pudor de ir en braguitas en la playa o piscina. Risueña, sin preocupaciones más que en algún instante y durante el instante mismo. Enérgica, corriendo hacia todas las direcciones, exploradora, curiosa, olfativa, feliz de poder construir castillos con la “técnica del goti- goti” con la sensación de ser la mejor arquitecto del mundo. Feliz de estar con unos y con otros y ajena a la traición, a la mala intención o a lo malo en sí.
Hoy en día esa Giselle sigue ahí, pero un poco solapada por esas capas que vamos creando con los años y con la vergüenza, inseguridad, miedo, y que ejercicios como el del otro día te demuestran que siguen ahí vivas. 

Alba, la que sigue construyendo castillos en la arena

EVA SANZ
Directora de Danza UC3M

MARTA, SOL, ALBA Y CAROLINA
Intérpretes de Danza UC3M

Archivo adjunto

Mujer con flor