Entrevista a Andrea Mosquera
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Andrea Mosquera es graduada en Ingeniería Aeroespacial por la UC3M y recientemente en el Doble Máster Erasmus-Mundus en Ciencia y Tecnología Espacial e Instrumentación Espacial. Trabaja como ingeniera de software para sistemas espaciales dentro del programa de becas Airbus MINDS de Airbus Defence & Space en Madrid. “Me encanta el trabajo creativo y siempre estoy dispuesta a un nuevo reto".
“Aunque el Grado en Ingeniería Aeroespacial me dio una base amplia de conocimiento, también me abrió los ojos a lo mucho que ignoraba. Después de esos cinco años, no podía desprenderme de la sensación de que todavía no había terminado mis estudios. Por eso decidí cursar un máster especializándome en la que fue mi razón para escoger la Ingeniería Aeroespacial: el espacio. Pasé los siguientes dos años estudiando el Masters Erasmus-Mundus in Space Science and Technology que coordina la Lulea University of Technology en varias ciudades europeas: en Würzburg, Alemania, el primer semestre; el segundo en Kiruna, Suecia; el tercero en Toulouse, Francia, donde me especialicé en instrumentación espacial; y un último semestre de investigación en Airbus Defence & Space en Friedrichshafen, Alemania, donde hice mi trabajo de fin de máster en algoritmos de estimación para sistemas de control espaciales. En España, a través del programa Airbus MINDS, complementamos el trabajo como ingenieros con formación en soft skills y en el mundo de la empresa”.
¿Cómo te cambió la vida esta beca?
Cuando terminé los exámenes de acceso a la universidad, mis padres y yo ni siquiera teníamos claro que pudiésemos costear unos estudios en otra ciudad. Pasamos varias semanas haciendo cuentas, y recuerdo que en varias ocasiones traté de quitarme de la cabeza la idea de la ingeniería aeroespacial y de escoger entre la oferta más bien limitada de mi entorno, con muy poco éxito. Esas semanas fueron desesperantes: cuanto más me daba cuenta de lo que realmente quería estudiar, más lejos parecía estar de conseguirlo. Y, de no ser por la beca Alumni, no lo habría hecho. La adjudicación de la beca fue la pesa que inclinó la balanza, la seguridad que nos permitió saltar los últimos escollos. A lo largo de la carrera, año tras año, la beca Alumni ha sido lo que ha permitido que siguiese estudiando, incluso en momentos muy difíciles tanto en lo económico como en lo personal.
El impacto de estas becas no se limita exclusivamente a lo económico. Yo vengo de un contexto que no tiene nada que ver con la aeronáutica; de hecho, creo que nunca había hablado con un/a ingeniero/a hasta empezar la carrera. Académicamente me defendía, pero estaba completamente perdida en cuanto al mundo profesional. A través de la beca, patrocinada por Airbus, pude entrar en contacto con el mundo de la industria aeronáutica, visitar las plantas de fabricación, entender mejor en qué tenía que formarme y cómo, o conocer oportunidades (como el programa Seedbed, o el MINDS) y prepararme para ellas. Aunque ha habido otros programas de la UC3M, como el de Alumni Mentoring, que me han ayudado a moverme un poco mejor en ese mundo, las decisiones más relevantes de mi carrera (irme a Singapur, entrar en el programa Seedbed, estudiar el máster fuera de España…) las tomé con el consejo de los representantes de Airbus que conocí a través de la beca Alumni. No puedo imaginarme cómo habría sido mi vida sin ella. No sería la misma persona que soy ahora, ni habría llegado donde estoy.
¿Qué recuerdas de tu paso por la universidad?
Fue una etapa vertiginosa. Muy exigente, y muy intensa. Recuerdo muy buenos y muy malos momentos; por fortuna más de los primeros que de los segundos. Cuando llegué no podía estar más perdida: jamás había vivido en una ciudad grande, ni tenido contacto con la vida universitaria, pero tuve todas las facilidades que necesitaba para acomodarme. Mientras estudiaba siempre tenía la impresión de estar haciendo malabares con las asignaturas para sacar los cursos adelante, y de nunca tener tiempo para profundizar en las que más me gustaban. Viéndolo en retrospectiva, me sorprende todo lo que hacía además de estudiar: actividades complementarias, representación estudiantil a nivel local y nacional, talleres, conferencias, pequeños trabajos, actividades culturales, arte, deportes... Fueron unos años muy completos, de trabajar muy duro, pero también de descubrir, explorar y forjar amistades profundas y duraderas. Recuerdo con mucho cariño algunas de las asignaturas, sobre todo las que incluían proyectos de investigación, y el esfuerzo que algunos profesores dedicaban a sus clases. Tuve compañeros y mentores de los que aprendí mucho más que ingeniería, y que me descubrieron dos creencias fundamentales: que siempre somos capaces de mucho más de lo que creemos, y que nunca deberíamos dejar de intentar mejorar.
Tuviste la oportunidad de realizar un intercambio en la Nanyang Technological University en Singapur, ¿cómo fue dicha experiencia?
Maravillosa. Singapur es un país fascinante, construido sobre una mezcla de culturas, y abierto a los extranjeros y curiosos. La universidad era un centro de excelencia en el que aprendí muchísimo, y tuve la oportunidad de estudiar también otras materias –como legislación medioambiental, finanzas y mandarín- que no eran tan accesibles en España. Éramos más de una centena de estudiantes internacionales en la universidad, y con algunos de ellos construí amistades que todavía mantengo. Además, desde Singapur tuve la oportunidad de viajar a lugares que siempre había querido conocer, como Taipei o Kyoto; de disfrutar de la oferta cultural y artística del país, que es amplísima, y de aprender sobre culturas y costumbres que desconocía. La experiencia también me dio la confianza en mí misma que necesitaba: me di cuenta de que podía viajar sola, defenderme sola a diez mil kilómetros de casa, y de que, con paciencia y perseverancia, las cosas saldrían bien. También descubrí allí, de la mano de un profesor al que recuerdo con mucho cariño, el campo de la aerodinámica computacional, en el que terminaría haciendo mi trabajo de fin de grado. No tengo más que buenos recuerdos, y todavía lo echo mucho de menos cuando pienso en ello. Espero poder volver algún día.
¿Qué personas te han marcado más a lo largo de tu carrera? ¿Y algún momento especial?
Ha habido tantas que no sé por dónde empezar. Basman Elhadidi, mi profesor de mecánica de fluidos computacional en Singapur, consiguió no solo que me apasionase su asignatura, sino también animarme a seguir adelante en un momento complicado personalmente, y su apoyo fue fundamental para conseguir la admisión al máster. Recuerdo nuestras conversaciones con mucho cariño. Puedo decir lo mismo de mi tutor de trabajo de fin de grado en la UC3M, Daniel Gómez Lendínez, sin cuyos consejos y dedicación no habría conseguido terminar un proyecto del que estuviese tan orgullosa. Guillermo Ballenato, psicólogo de la UC3M, que hizo que me atreviese a hablar en público por primera vez. Y, por supuesto, María Jesús Díez Paniagua, de RRHH de Airbus, a la que conocí a través de la beca Alumni y que ha sido mentora y amiga todos estos años. Me dejo muchos nombres: mis tutores de prácticas, profesores, compañeros de delegación de estudiantes, de trabajo… He tenido la suerte de estar rodeada de personas a las que admiraba, y de poder aprender un poco de todas ellas.
En cuanto a momentos especiales, también ha habido muchos. Me quedo con las breves conversaciones que he ido teniendo con mis abuelos a lo largo de estos años: “Hija, ¿y esto de los satélites cómo funciona? ¿Y para qué envían estas misiones? ¿Y esto? ¿Y cómo? ¿Y por qué?”. Ellos no pudieron estudiar, pero ahora yo puedo responderles estas preguntas; devolver, en cierto modo, lo que he aprendido de ellos. Fueron unos años complicados, y aún no he terminado de procesar que soy ingeniera. Pero incluso si no tuviese nada más positivo que pequeños recuerdos como estos, habría valido la pena la experiencia.
¿Cómo te sientes siendo ahora una de las personas que colabora con esta beca para que otros estudiantes puedan disfrutarla?
Feliz de que las becas sigan existiendo y de poder poner ahora mi granito de arena para que continúen. Programas como este son clave para mejorar la igualdad de oportunidades en nuestro país y poder garantizar el acceso a la universidad de los estudiantes que, como yo en aquel entonces, tienen la pasión pero no los recursos. Además de suponer, potencialmente, la diferencia entre estudiar y no hacerlo, estas becas ofrecen un contacto con el mundo de la empresa que yo en su momento, por desconocimiento, apenas valoraba, y que ha terminado por ser decisivo para mí. Es difícil expresar el impacto que pueden llegar a tener estas becas en nuestras vidas. Por eso para mí es no solo importante, sino también necesario, contribuir a que ahora otras personas puedan tener las mismas oportunidades que tuve yo, que puedan hacer su camino en igualdad de condiciones con sus compañeros. Colaborar con las becas es tanto un agradecimiento a la que yo recibí como un motivo de esperanza.
La UC3M es conocida por ofrecer varios programas que siguen esta línea de ayuda circular, como el Programa Compañeros, en el que participé como mentora, o el Programa Mentoring Alumni, en el que fui mentorizada y al que espero unirme como mentora en un futuro; ambos con la filosofía de orientar y acompañar a los estudiantes que lo necesiten. Creo que este es uno de los muchos rasgos de excelencia que distinguen a nuestra universidad. Creo que nuestra sociedad mejora y prospera cuando nos ayudamos unos a otros, cuando acercamos los recursos a quienes no los tienen, cuando nos esforzamos en que los demás tengan más oportunidades y menos obstáculos. Y creo que si estos programas, como las becas Alumni, continúan, y se convierten en la norma para más estudiantes en más universidades, veremos poco a poco un mundo académico y profesional más amable, más diverso, y sobre todo más justo.
¿Dónde te ves dentro de 5 años?
Es difícil responder a esa pregunta en esta época tan inestable. Espero seguir en el sector espacial y me gustaría investigar; estudiar el doctorado, si tengo oportunidad de hacerlo. Hay varias líneas que me llaman la atención: he estado trabajando en un proyecto sobre aplicaciones de la inteligencia artificial en la ingeniería espacial que me parece fascinante, y me encantaría poder seguir formándome en ese campo. Tampoco descarto volver a la aeronáutica: me apasiona el espacio, pero la echo de menos. Espero también poder dedicar más tiempo al voluntariado y a un par de proyectos artísticos en los que ahora trabajo muy lentamente. Aunque la difícil situación que vivimos ha cambiado muchas cosas y estoy todavía definiendo planes a corto y medio plazo, estoy segura de que seguiré aprendiendo. Hasta ahora cada año ha traído sorpresas y cambios, por lo general agradables, y todavía tengo que encontrar un campo que no me interese.
Si tuvieras delante a los becados Alumni de este año, ¿qué consejo les darías?
Que tengan confianza en sí mismos, y que no limiten la experiencia universitaria a sus estudios. A menudo los estudiantes, sobre todo los de primera generación, llegamos a la universidad cargados de inseguridad y muy perdidos, y nos centramos en nuestro rendimiento académico como medidor de nuestra valía y nuestro éxito. Esto, en mi experiencia, nos cierra puertas. Es cierto que el rendimiento académico es importante; pero la universidad es mucho más. Estudiamos una carrera no solo para adquirir el conocimiento técnico, sino para formarnos como profesionales y como personas. Las relaciones que entablemos, las actividades en las que participemos, los cursos, talleres, conferencias, deportes, conciertos… nos hacen crecer y descubrirnos a nosotros mismos, definen nuestras capacidades y nuestro carácter, y también nos preparan para el futuro. La UC3M ofrece abundantes oportunidades para una formación completa: el Programa de Mejora Personal, las asignaturas de humanidades en ingeniería, los créditos de formación complementaria, los cursos y talleres, la participación en asociaciones, delegación de estudiantes… Les diría que no tengan miedo de atreverse a hacer algo nuevo; que están en el momento de descubrir, aprender y equivocarse. Que aprovechen las oportunidades de movilidad internacional si tienen ocasión, porque cambiarán su concepto del mundo y de sí mismos. Que cuiden de su salud mental y física, que se rodeen de personas que les quieran y les apoyen. Que recuerden que, igual que pueden atreverse, pueden decir que no. Que les deseo fortuna y coraje en esta aventura en la que se embarcan y que, aunque haya en ella momentos malos, se difuminarán en el recuerdo entre los demás.