La intermodalidad marca el camino de la movilidad
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Las necesidades y los hábitos de los viajeros han evolucionado notablemente en los últimos años y hay una demanda creciente de más flexibilidad en sus opciones de movilidad. En Finlandia, por ejemplo, apuestan para que en el año 2025 los ciudadanos no tengan un vehículo propio, sino que hagan uso de diferentes servicios de movilidad urbana.
Surge así un fenómeno en plena ebullición como es el de la movilidad como servicio. “Las personas cada vez tienen menos la necesidad de comprarse un coche, lo que implica una inversión menor”, destaca Álvaro Escribano, responsable del grupo Economía del cambio técnico UC3M. “La movilidad está al alcance de todos y los fabricantes se han dado cuenta de que su negocio no va a ser vender coches”, añade Arturo de la Escalera, responsable del Laboratorio de Sistemas Inteligentes UC3M. Esta “servitización” permite explorar combinaciones alternativas de viaje de forma transparente, permitiendo a los viajeros pagar los servicios sin complicaciones, ya sea por uso o según el plan de suscripción, de la misma forma que pagamos las facturas de nuestros smartphones. Esta intermodalidad es una estrategia de movilidad que tiene un eje conductor muy definido: poner al viajero en el centro del proceso y no a las infraestructuras para que modifique sus hábitos en busca de una movilidad eficiente y sostenible.
En este contexto, cada vez se perfilan más servicios de movilidad compartida, ya sea carsharing, motosharing, bikesharing, carpooling, etc. y su uso como alternativa al vehículo privado se está convirtiendo en algo común en ciudades de todo el mundo, satisfaciendo las necesidades del consumidor y los nuevos estilos de vida. Aunque esta tendencia emergente pueda verse alterada hasta la fase final de la pandemia, ha venido para quedarse. Las empresas tendrán acceso a nuevos mercados y oportunidades para el desarrollo de servicios de movilidad inteligentes. En este sentido, en la UC3M los investigadores Fernando García y Abdulla Al-Kaff, del departamento de Ingeniería de Sistemas y Automática, cuentan con un proyecto con la empresa BOSCH relativo a movilidad inteligente, colaboran con Renault en el desarrollo de sus coches autónomos y han logrado un vehículo autónomo por carretera en colaboración con MAPFRE. Además, actualmente participan en el proyecto europeo SHOW, desarrollando un autobús autónomo con la EMT.
Con esta nueva realidad tecnológica, los fabricantes y sus redes comerciales van a enfocar un cambio en el modelo de negocio ya que van a conseguir una mayor rentabilidad con la comercialización de actividades vinculadas al viaje en coche que con el propio coche, sobre todo en la ciudad. Este nuevo rumbo crea alianzas de todo tipo entre fabricantes de coches o de componentes y marcas del mundo de la tecnología, universidades, medios de comunicación…buscando alianzas que permita ocupar nichos estratégicos en diferentes áreas socioeconómicas, contenidos, tecnología, servicios…
El Foro Económico Mundial en su Global Future Council on Mobility ya publicó ocho directrices prácticas para diseñar y planificar la transformación que está sufriendo la movilidad urbana con la implementación de nuevas tecnologías en las ciudades. El objetivo de las directrices para la movilidad de la ciudad es mejorar la movilidad de carga y pasajeros al compartir datos de viaje, minimizar el uso del espacio público, responder a las necesidades de las comunidades, garantizar condiciones de trabajo adecuadas y aumentar la movilidad compartida. Beatriz López Boada, de MECATRAN UC3M, subraya la importancia de la intermodalidad en la logística. “El reto es buscar el tipo de transporte más adecuado para llevar las mercancías de un sitio a otro, sobre todo de última milla”, especifica.
Tecnologías como el Big data, reforzada por el creciente impulso de las soluciones de monitorización, sensorización y visión artificial, ayudarán a una toma de decisiones cada vez más precisa. “La conjunción de estos diferentes elementos permitirá identificar relaciones causales, no solo puras correlaciones que pueden llevar a tomar decisiones erróneas”, apunta Álvaro Escribano. Gracias a ellas y a su interacción con ramas de la ciencia como la psiquiatría computacional dispondremos de herramientas de predicción del comportamiento humano con incidencia indudable en el ámbito de la movilidad. Tenemos la capacidad de predecir el posicionamiento de cada individuo y de esta forma regular la movilidad, optimizar el uso de los recursos públicos y evitar las aglomeraciones. Se trata, en definitiva, de aprovechar esta tecnología como un sistema de movilidad inteligente.
“Las redes 5G contribuirán a promocionar la movilidad inteligente a múltiples niveles, desde permitir coches con conducción autónoma a tener carreteras inteligentes equipadas con sensores e inteligencia artificial”, introduce Albert Banchs (Network Technologies UC3M). Para ello, se requiere una infraestructura de comunicación con prestaciones mucho mayores que las actuales: retardos muy bajos en la comunicación (del orden de 5 milisegundos), una fiabilidad muy alta (del 99,999%), una error de localización muy bajo (inferior a 10 centímetros) y la capacidad de conectar a un gran número de dispositivos. “También se necesitan avances en la parte computacional, combinando la tecnología de red con la inteligencia artificial y permitiendo ubicar la computación cerca de los usuarios”, explica.
No sólo mejorará la eficiencia en el movimiento de personas y mercancías en toda clase de entornos, sino también la seguridad del tráfico. Será fundamental para ello, por ejemplo, la progresiva implantación de los drones en los sistemas de vigilancia, dotados de soluciones para operar en 4D. Las tecnologías del internet de las cosas, evolucionadas hacia modelos de ‘conversación entre máquinas’ M2M y favorecidas por los avances en hiperconectividad y edge computing, son la base para la expansión de soluciones de transporte autónomo, desde vehículos particulares y camiones, hasta motocicletas y, en última instancia, vehículos aéreos como los que diseña Uber en Stanford. Honda ha sido la primera compañía automovilística en obtener el permiso del Gobierno de Japón para comercializar coches con nivel de automatización 3, que opera sin intervención humana en casos de congestión de tráfico. La robotización del transporte es una tendencia imparable en la década que ahora comienza, e impactará en modelos de negocio basados en la gig economy, desde el reparto de última milla o el transporte de viajeros, y en otros tradicionales como el taxi. Aunque Arturo de la Escalera indica que para que el coche autónomo llegue a la calle, primero debe superar una serie de barreras. “Una cosa son los discursos oficiales y otra es la realidad”, dice. La legislación se plantea como el principal asunto a resolver. “Durante el periodo en el que interactúa con el vehículo conducido por personas, las circunstancias son imprevisibles, por eso los cambios van a ser más graduales”, comenta.
El gran reto técnico de la intermodalidad y la movilidad del futuro es la interoperabilidad, que múltiples tecnologías, dispositivos y fabricantes sean capaces de hablar el mismo idioma para que las comunicaciones sean fluidas y sin fallos. “En el momento en que confluyen los diferentes sistemas, debemos tener claro cómo alinear todo para que funcione de forma coherente al tiempo que se mantiene la seguridad”, asegura Jesús García Herrero, responsable del grupo de Inteligencia Artificial Aplicada UC3M. “El desafío es definir cuál es el camino a seguir paso a paso”, agrega.