Alberto Ortega
- Cooperación al Desarrollo
- Estudiantes
- En Primera Persona
- Alberto Ortega
Proyecto Prensa Escuela de la Universidad Autónoma del Caribe, Colombia - 2022
Estudié periodismo como grado y Acción Solidaria Internacional como máster. Entonces, en teoría, participar en una iniciativa social en la que enseñaba las bases de mi carrera me venía como anillo al dedo. No dudé ni por un momento en probar suerte y echar el curriculum a ver si conseguía la plaza como voluntario. Finalmente, la alegría se apoderó de todo mi ser al descubrir que, efectivamente, viajaría a Colombia a trabajar con adolescentes.
Nunca había tenido trato con tanta gente de esta edad, por lo que lo veía como un reto que podría enriquecerme. Además, como viajero empedernido, me moría de ganas por conocer este país. De esta manera llené mi mochila, que no facturé, y me desplacé hasta el norte de Colombia.
Mi llegada a Barranquilla fue algo caótica al comienzo, y eso que ya había vivido en Puerto Rico y conocía de primera mano asuntos como la inseguridad y el crimen. Sin embargo, tenía bien claro que daría todo de mí para sacar adelante el proyecto Prensa Escuela. Así pues, me puse manos a la obra y asistí con entusiasmo a una multitud de colegios de la ciudad y su área metropolitana. En ellos fui testigo de la ilusión, la alegría y la inmensa curiosidad de los adolescentes que son el futuro inmediato de Colombia y también del mundo. Les compartí lo mejor que supe, mediante
talleres prácticos, las bases de la comunicación para empoderarles y que desarrollasen un pensamiento crítico que tanto hace falta hoy en día para evitar caer en el populismo de cualquier signo.
Paralelamente organizaba los talleres que realizábamos en la universidad los sábados. Unos iban sobre radio, otros televisión, periodismo digital... Pasaron más de 120 estudiantes por estos y me sorprendió, al igual que en los colegios, su nivel de preparación. Cuentan con una educación humanista y unos profesores que se involucran a unos niveles que ya desearíamos en España.
Entonces, puede decir que la mayor enseñanza que me ha dejado la experiencia es la humildad. En Europa vivimos en una sociedad infantilizada y narcotizada que intenta apartar la mirada de su declive mientras los hijos viven peor que los padres. Ni siquiera anhelan un futuro en el que no cree. Sin embargo, Colombia se encuentra en un momento de apogeo. Es decir, de desarrollo económico, social y cultural, a pesar de sus dificultades. Son luchadores y actúan antes de quejarse para mejorar su situación tanto a título individual y colectivo, ya que no entienden la
felicidad de uno sin el bienestar de la familia.
Por ello es que disfruté tanto de la movilidad. Tanto en el proyecto como fuera de él conocí a multitud de personas con ganas de vivir, no de sobrevivir, que agradecen cada nuevo despertar. Gente que no le tiene miedo a VIVIR, que sabe que a todos nos llegará la hora y aún así
encuentra motivos para sonreír ante la belleza de la Creación día tras día. Sin lugar a dudas, la experiencia ha transformado radicalmente mi vida en maneras que no esperaba.