Gonzalo de Grado
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Voluntariado en apoyo social y ciudadano en la Universidad Autónoma de Bucaramanga, Colombia - 2024
Mi experiencia en la Dirección de Transformación Social de la Unab fue maravillosa.
Tuve el lujo de poder rodearme de un equipo de una alta calidad profesional, pero de una excelencia humana sin parangón.
En los 3 meses que duré en Bucaramanga, aquella ciudad que tuve que buscar en google-maps porque era incapaz de situar, llegó a sentirse como mía.
A diferencia de otros testimonios que he podido leer por aquí, yo no aproveché para viajar continuamente, y apenas salí del departamento de Santander durante mis 3 meses de estancia. ¿Por qué? Porque quise vivir la ciudad, la cultura y la sociedad, como un local (o al menos intentarlo).
Hoy puedo decir que, en buena parte, conseguí ser uno más de la ciudad. Uno que a veces vestía un poco raro, que hablaba con la z y pronunciaba las “s” extrañas, pero, pese a todo, uno más.
En cuanto a la experiencia profesional en la Universidad Autónoma de Bucaramanga, creo que ha sido una experiencia pre-laboral muy enriquecedora. Ha servido como vínculo entre la teoría de mi formación y la práctica del mundo laboral. Ha supuesto un gran paso profesional para mí y me ha ayudado a entender muchísimas dinámicas de la cooperación internacional, la formulación de proyectos y las herramientas financieras de la ayuda al desarrollo.
El equipo de trabajo de la Dirección de Transformación Social resultó muy enriquecedor para mi crecimiento profesional gracias a su composición multidisciplinar; una psicóloga, una trabajadora social, un economista, una administrativa todoterreno, y dos pasantes... todas ellas de una calidad humana excepcional.
Además, tuve la suerte de que en la institución de acogida, la oficina de relaciones internacionales, me facilitó la posibilidad de cursar asignaturas de libre elección en la misma universidad. Esta oportunidad fue todo un lujo, garantizándome acceso a asignaturas de un Master en” Políticas Públicas y Desarrollo”, las cuales resultaron muy enriquecedoras, y me ayudaron a desempeñar correctamente mi trabajo en la Dirección de Transformación Social.
De toda mi actividad en la UNAB, me gustaría destacar algunos de los proyectos que marcaron mi estancia.
A las pocas semanas de mi llegada, estuvimos visitando un proyecto apícola, AMAFLOR, el cual acababa de entrar en contacto con la universidad. A través de estas colaboraciones entre la UNAB y las cooperativas y empresas de Santander, se buscaba forjar colaboraciones que diesen soporte a las empresas a la hora de redactar proyectos, entrar en contactos con nuevos actores y conseguir pasantes y voluntarios. Por otro lado, la universidad conseguía nuevas ofertas de pasantías, contextos reales donde aplicar los conocimientos universitarios y una forma de repercutir positivamente en las comunidades. AMAFLOR fue un caso muy bonito, con mucho potencial y un capital humano super valioso que experimentó una evolución admirable durante mis 3 meses de estancia, pasando de 4 a 12 enjambres en el apiario.
Pero, además de AMAFLOR, hubo otras muchas empresas y fundaciones que colaboran de forma similar con la universidad como TalkingKids y la fundación Luz de Esperanza de CentroAbastos, entre otras.
Otra de los proyectos que más me impactó durante esos meses, fue el trabajo con la Comunidad Terapéutica Fortaleza, en la cárcel de media y alta seguridad de Palogordo, a la que acudimos dos veces. En la primera visita fuimos con un grupo de estudiantes de criminología. Con el doble objetivo de ofrecer una visión mucho más humanizada de los reclusos, pero también de sensibilizar a los alumnos y alumnas sobre los riesgos de tomar
malas decisiones, el consumo de drogas y la falta de gestión emocional.
En la segunda visita, acudimos exclusivamente el equipo de Transformación Social, ese día les ofrecimos un almuerzo de Navidad y les llevamos algunas actividades. Entre ellas un trivial lúdico-educativo, que organicé con cariño e ilusión y que resultó ser todo un éxito.
Otro proyecto muy interesante en el que trabajamos durante mi estancia, fue una colaboración con la Escuela rural Luz de la Esperanza, sede el Cadillal I. Allí viajamos también 2 veces y llevamos una serie de talleres de
lectura, cocina, DDHH, primeros auxilios y navideña.
Yo tuve el placer de liderar una parte del taller en DDHH, que se centró en divulgar y hacerles entender la importancia de los derechos de la infancia.
De hecho, buena parte de mi trabajo en las oficinas de la universidad, se dedicó a la redacción de un proyecto de reforestación, educación ambiental y apoyo psicosocial en este territorio, para lograr financiación de una institución internacional.
Como otro de los trabajos en terreno más relevantes que llevamos a cabo durante esos meses, está la colaboración de la UNAB con el proyecto “Miradas sin fronteras”. Este proyecto, que también era conocido como la “escuela de la calle”, estaba liderado por un profesor que en las mañanas era reciclador y que en las tardes dedicaba su vida a las niñas y niños de uno de los barrios más pobres de Bucaramanga. Estas niñas y niños,
mayoritariamente migrantes venezolanos y no escolarizados, recibían clases de lectura, matemáticas y geografía, pero también de teatro, fotografía e inglés. De estas últimas me encargué yo mismo durante el último mes y medio.
Además de estas actividades, también tuve la suerte de vivir el “I Encuentro de Transformación Social de Santander” entre Estado, Empresas, Comunidad y Academia. Este evento tuve el honor de presenciarlo en tanto que maestro de ceremonias.
También pude participar en buena parte de la campaña de reparto de kits
escolares, con motivo de las fechas navideñas y el inicio del nuevo curso
escolar.
Quisiera resaltar la otra parte del trabajo que llevé a cabo durante aquellos meses en Bucaramanga, que pese a ser menos vistosa, fue igual o más
enriquecedora. Además del trabajo con las comunidades que he tratado de ejemplificar con los proyectos mencionados, también dediqué buena parte de mi estancia al desarrollo del Observatorio De Transformación Social de la UNAB y a la construcción de indicadores para la medición del impacto social. Pese a que el trabajo fue tedioso y exigente, conseguimos plantar los cimientos de lo que servirá para evaluar y planificar los próximos proyectos de la UNAB, garantizando que pasen de las buenas intenciones a la transformación social.
Además, este proceso fue muy valioso para mi aprendizaje personal, pues se basó en un trabajo en red con otras universidades nacionales y el aprendizaje de experiencias previas en otras instituciones nacionales e internacionales.
En definitiva, han sido 3 meses de intensidad, de risas, de aprendizaje y de descubrimiento. 3 meses que han constituido una experiencia de crecimiento personal y profesional muy valiosísima. 3 meses que recordaré durante toda una vida.