Beethoven como Héroe

Continuamos esta temporada con la interpretación del ciclo completo de sinfonías de Beethoven. Tras haber tocado las sinfonías impares en años anteriores, la propuesta de la Orquesta de la Universidad Carlos III de Madrid para este primer trimestre incluye la Segunda de las nueve sinfonías que el autor de Bonn escribió. Considerada por los musicólogos como perteneciente aún a su primera etapa, el llamado “estilo temprano” o “primer estilo”, fue escrita en 1802, y estrenada en Viena el 5 de abril de 1803 dirigida por el propio Beethoven en el Theater an der Wien. Con los cuatro movimientos habituales de la sinfonía clásica, llama la atención no solo la sustitución del habitual Minuet por un Scherzo, de tempo más rápido, y la poderosa escritura dramática del primer movimiento, con la pomposa introducción en modo menor, o el humor que invade el último movimiento, con ese gesto breve con el que se inicia de recuerdo à la Haydn, sino principalmente la arrolladora energía y optimismo que encontramos en ella teniendo en cuenta que justo en ese año, 1802, es cuando su sordera deviene definitiva. Este trágico año en la vida de Beethoven en el que tiene tentaciones de suicidio, transformará la vida del antiguo intérprete de piano en el compositor que todos conocemos, y nada de esta tragedia es reconocible en la luminosa Segunda Sinfonía.

Se completa y abre el concierto con un ejercicio de escucha: dos oberturas de dos compositores clásicos, Mozart y Beethoven, separadas solamente por 21 años, los que van del estreno de Der Schauspieldirektor de Mozart en Schönbrunn en 1786 hasta 1807 de la ejecución de Coriolano Op.62, obertura escrita para la representación de la obra homónima de Heinrich Joseph von Collin. Aunque ambas están escritas siguiendo la forma sonata, la de Mozart rezuma optimismo y temas cantábiles, mientras que Beethoven dota a la música de un drama que es el propio de la historia del general romano Coriolano, que opta por el suicidio ante la obligación de destruir Roma; es decir, música como pasatiempo frente a música como representación de los altos ideales, del drama ligada a la vida del héroe. No en vano en medio de esas fechas Europa y el viejo mundo se convulsionó con la Revolución Francesa y Beethoven ya es un hijo de ella.