Tilo (Tilia platyphyllos)
Puedo llegar a los 30 m de altura. Mi corteza es grisácea, con la copa amplia. Las hojas caducas, acorazonadas y serradas. Mis flores color crema son colgantes tienen una bráctea. Los frutos maduros poseen 5 costillas longitudinales
Habitualmente aparezco aislado, pero a veces formo rodales mezclado con otras especies de hoja caduca. Requiero climas húmedos y frescos, desde el nivel del mar hasta los 1.700 m y, aunque se me puede encontrar en todo tipo de suelos, prefiero los calizos. Soy un árbol longevo y se conocen ejemplares milenarios junto a ermitas o iglesias, si bien lo normal es que no supere los 300 años de edad.
De forma natural me encuentro en el centro y sur de Europa y el oeste de Asia, ocupando una extensión que cubre por el sur desde la Península Ibérica hasta Ucrania, Turquía y el norte de Irán, y por el norte hasta Escandinavia. En la Península aparezco en el centro de Portugal, los Pirineos, la Cordillera Cantábrica y desde el Sistema Ibérico hasta las serranías de Cuenca y Guadalajara, con algunas muestras puntuales en umbrías y barrancos de Ciudad Real y Valencia.
Soy muy utilizado en jardinería. Es frecuente verme en parques, jardines y como árbol de alineación en avenidas y paseos por mi densa sombra y el desarrollo de mis raíces en profundidad.
Son conocidas mis propiedades calmantes en infusión, pero además soy el árbol sagrado de los pueblos germánicos y bálticos.
Mi madera es de buena calidad, fácil de trabajar para tallar pequeños objetos de uso cotidiano, esculturas, juguetes o cajas de resonancia de instrumentos musicales y con ella se elabora un carbón excelente para fabricar pólvora y dibujar.
La fibra de mi corteza se ha empleado para obtener resistentes cuerdas.
Tilia era el nombre latino con que los romanos conocían al tilo; platyphyllos significa ‘de hoja ancha’.